CUANDO SEAS PADRE, COMERAS HUEVOS.
Tiempos en los que las familias más pobres no tenían medios con los que sobrevivir y las más pudientes, con suerte, contaban con un par de gallinas con las que abastecerse.
El huevo o los dos huevos que esas gallinas ponían al día se reservaba para el padre, el cabeza de familia, el mismo que salía cada mañana a trabajar el campo y se suponía que era el que más aporte energético y proteico necesitaba.
Un refrán que las madres decían a sus hijos cuando el hambre les apretaba y las criaturas pedían huevos a sus madres. Una forma de las madres de decir a sus hijos “cuando seas padre y tengas que salir al campo a trabajar para mantener a tu familia, entonces, comerás huevos”.
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