La ley siempre impone una sujeción a la que, nos guste o no, estamos vinculados, de manera que se debe en todo momento acatar, sin que sirva como excusa el hecho de que nos pueda parecer injusta. Para cambiar las leyes existen unos determinados mecanismos y procedimientos, pero entretanto éstos tienen lugar, la ley obliga a su cumplimiento.
La moral, en cambio, es algo más difuso, pues ya entra de lleno en el plano de los principios y convicciones, terreno en el que existe un amplio subjetivismo, hasta el punto que determinadas conductas pueden ser inmorales para algunos y en modo alguno para otros. Mi madre, por ejemplo, continúa viendo inmoral que la gente se desnude en las playas, incluso que las mujeres hagan top-less. Pues muy bien, es su concepto de moralidad y yo no voy a intentar cambiárselo.
En ese mismo sentido, yo no considero la promiscuidad como algo inmoral, sino una opción de cada cual en función de su modo de entender la vida, nada más.
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