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Me gusta aprender de todos, porque todos me enseñaron algo... o mejor, puede que algunas veces, yo no entienda lo suficiente a algunos y por el momento no pueda aprovechar lo que me puedan revelar, entonces sigo mi camino de curioso empedernido y encuentre otras cosas que aprender, o esté entusiasmado con un tipo específico de conocimiento y necesite observar o interactuar en otros ámbitos... Esta predisposición me ha ayudado mucho y quiero compartirla con quienes lo deseen.
Los que tienen tiempo como para envidiar a otros, no los veo como pecadores, ni gente retorcida, los veo como millonarios de tiempo. Porque la envidia al consumir horas, días, o años, sin reportar beneficios... bueno, es como un lujo que pocos pueden permitirse.
Además, los envidiosos son gente de fé, de alguna manera lo son... porque hay que “creer” demasiado en lo bien que les va a otros. Sí, hay que suponer, en principio, que una oleada de prosperidad aparente o real, en algún aspecto de la vida del envidiado nos pueda afectar a nosotros como para detenernos...
En algún tiempo me dediqué a la natación y una de las primeras lecciones que tuve me la dió un nadador olímpico que no era mi profesor, me la brindó generosamente tal vez porque aún era un niño pequeño, y a los niños casi todo el mundo les comparte cosas. Yo me acerqué a él, que estaba sentado en el bar del club y que sólo lo conocía por los medios y muy resueltamente le pregunté como había que hacer para ser un campeón. A él le debe haber resultado divertido que un chico desconocido se acercara y sin muchos preámbulos le soltara algo así y me respondió: Tenés que esforzarte para superar a un sólo rival todos los días, ir dejándolo siempre atrás... mejorar los tiempos que va logrando, perfeccionar el estilo que tiene, y concentrarte sólo en él.... ese rival sos vos. Estamos campeón...
Nunca olvidé lo que me dijo porque todo comenzó a resultarme mucho más fácil, superarme aunque fuera mínimamente pero siempre, daba buenos resultados y sin darme cuenta iba acercándome a marcas que antes me parecían imposibles. La natación en algún momento de mi adolescencia dejó de tener el encanto que antes tenía para mí, pero aquél sistema lo seguí aplicando en muchos otros aspectos de mi vida.
Aprendí que no siempre la gente es tan generosa como para compartir algo que los ha ayudado, o... también porque hacen bien algo que no saben como podría aplicarlo uno, o... porque aunque quisieran no sabrían explicarlo, o... porque uno es un competidor directo y es comprensible que quieran guardar su secreto. Pero nos queda el poder de observación, que para mí es un gran poder que todos deberíamos aprovechar. Entonces, si alguien tiene una probada habilidad y destreza en algo de nuestro interés, porqué no nos enfocamos en ver qué podemos aprender de él o ella...
También me ha sucedido que alguna vez hablando con alguien, que se retorcía por la envidia que le producían los supuestos logros de otra persona, le expliqué mi enfoque de superación y me respondió casi indignado: “¡Ah... pero eso es un enfoque utilitarista...!”
Bueno, supongo que a algunas personas la envidia tal vez les produzca algún tipo de bienestar.... de felicidad... y entonces, si alguno se atreve a sugerirles una forma de soslayarla para enfocarse en sus propias metas, eso les resulta intolerable.
El mundo es tan vasto...
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