Quizás podriamos valorar el poner en práctica cierto método, reconozco que alocado y absurdo para tratar de testar la diferencia entre amor y sexo sin que otros/as, de manera torticera nos distorsionen o nos mientan sobre las diferencias y de esa forma llegar a cierto conocimiento personal de esta causa
. Se trata de ser uno mismo su propio conejillo de indias.
Nadie como uno mismo se ama y a la vez, nadie como uno mismo es capaz de proporcionarse las cotas más altas de placer carnal sin sentimiento alguno. Otra cosa es que pueda resultar aburrido por la evidente repetición en el gesto y en el tiempo, aunque esa dificultad puede mejorarse mucho si se ameniza con imaginación, ciertos artilugios e incluso visitas escogidas a paginas web apropiadas.
Solo nos queda ya comenzar la sesión con mucho afecto y cariño, procurando generar mentalmente toneladas de autoamor para que el desenlace final sea plácido y relajante, hay que darle mucho pero sin ser egoista, un equilibrio entre mano, objeto en mano y gesto.
Después, pasado un tiempo prudencial para renovar los instintos, repetimos el experimento pero ya a saco, en plan carnal, nada de amor, solo babeo, saliva y fluidos salpicando el entorno, con pasión animal a raudales y el consiguiente recalentamiento peligroso (aunque placentero) de nuestras partes más nobles. Ha de ser todo físico, sentirse el turkey's fucker del lugar y buscar la auto- satisfacción egoísta aunque sea a costa del despelleje y el consiguiente escozor.
Son dos caras de la misma moneda, son el Dr. Jekyll y Mister Hyde o el doctor Bruce Barnner y Hulk. Y con esto y un bizcocho... .