Un dictador como tantos otros, que se morirá tranquilamente, sin pagar por todo lo que ha hecho, mientras sus víctimas se pudren en la cárcel.
Y los mismos que están encantados con que se procesara a Pinochet, no suelen tener las mismas ganas de que Fidel Castro (o su hermano Raúl, que poca diferencia hay) acabe en la cárcel.
Pero estamos en lo de siempre: las dictaduras, si son de izquierdas, parece que tienen buena imagen.
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