Casi todos pasamos por ser unos benditos, y todo eso. Reflejamos en los demás algunas de nuestras carencias. Sin embargo, las relaciones son cosa de dos. Creo que realmente no fallan los propósitos (a quién no le gusta la vida tranquila, contemplativa, natural); sino las formas. El amor es un proceso que parte de una base. Si en la base hay cojera, y empezamos a dibujar malos horizontes, o a ser convencionales, pesimistas, etc. como poseidos por una maldición, no vamos a obtener buenos resultados.
Los hombres no tenemos ningún problema. Ni las mujeres. Nadie.
El problema está en quienes crean dichos problemas, o en quienes gestionan mal las relaciones. Sean o no afines a ti. Se llevan los buenos propósitos por delante y vician el aire.
Hay que saber delimitar. Separar a quien hace daño de quien no. A pesar de años de soledad, nunca he maldecido mi situación, ni he echado la culpa a las mujeres. Esto es un proceso de dar y de recibir; es un proceso de automejora, y no de exigencia. La soledad enseña. La soledad no pesa, impulsa. Al final, negando toda búsqueda y atisbo de maldición, encuentras a alguien que merece (mucho) la pena. Y hablo por experiencia propia.
Encuentras a alguien con quien compartir el tiempo, e incluso la vida. Siempre he pensado que quien pone estos velos, aleja a las personas válidas. Alguien válido se debe a lo que es, no con base en un baremo, donde ser comparado, con personas del pasado, y siendo, de alguna forma, "parte" de ellas.
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