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Antiguo 27-Nov-2021  
Usuario Experto
Avatar de Danteojos
 
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A todo el mundo nos gusta hacer las cosas bien, sobre todo cuando éstas de algún modo han de tener repercusión sobre nuestro propio interés. Es por ello por lo que de ordinario tiende uno a esmerarse en aquello que hace, tanto por el bienestar que provoca la laudable aspiración a obtener un buen resultado, lo que generalmente se conoce como la satisfacción por el trabajo bien hecho, como por el placer que éste pueda depararnos una vez en su caso conseguido. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, en ocasiones puede suceder que este afán por hacer las cosas bien termine convertido en un problema, en cuanto a que nos ofusquemos de tal modo en la consecución del resultado que no disfrutemos del proceso que hasta él nos conduzca, lo que a su vez nos haga volvernos cada vez más intemperantes, tanto con nosotros mismos como con los demás, no consintiendo a la sazón ni errores propios ni, mucho menos, ajenos, cuando tales errores supongan el más mínimo menoscabo en el objetivo final, todo lo cual podría a la postre llevarnos a traspasar la línea que separa lo que sería una natural tendencia al perfeccionismo de lo que no vendría a ser sino una peligrosa obsesión.

Ejemplos los hay a patadas: hombres y mujeres que acuden al gimnasio con la loable intención de mantenerse en buena forma, pero que terminan, sin embargo, obsesionados con su físico hasta el punto de ponerse histéricos al menor asomo de un michelín entre sus carnes; o quienes se proponen dominar una determinada actividad o materia, pero una vez enfrascados en ella, son incapaces de tolerar que exista alguien más avezado en la misma y se desesperan por no alcanzar el vértice superior de la pirámide; o quienes se empeñan a toda costa en hacerse ricos para gozar de una vida acomodada, pero una vez logrado su objetivo, en lugar de disfrutar del dinero obtenido, su única preocupación consiste en seguir amontonando más y más, con lo cual dejan de gozar para pasar a padecer.... Lo dicho: ejemplos a patadas.

Personalmente, considero que el perfeccionismo, en cuanto empeño por superarse y hacer las cosas lo mejor posible, no supone nada malo en sí mismo, sino más bien todo lo contrario. Ahora bien, cuando se transforma en una obsesión, esto es, cuando la persona perfeccionista no alcanza nunca el necesario grado de satisfacción ante su empeño, de tal modo que se empecina más y más en éste hasta convertir el objetivo final en una utopía inalcanzable, entonces sí que sería peligroso, puesto que sin lugar a dudas conducirá a la frustración y el desencanto.

En otro orden de cosas, existe a menudo más encanto en la imperfección que en lo que podríamos calificar como perfección absoluta. De hecho, esta última llega hasta a dar cierta grima, como esas piezas de porcelana que de tan valiosas que son, da incluso pánico tocarlas, no vayan a romperse. En cambio, en la imperfección suele haber donaire, picardía, risa... ¿Habéis leído La Divina Comedia, de mi tocayo Dante? En ella, por citar un ejemplo paladino, se describen la perfección del Cielo y las imperfecciones del Infierno y el Purgatorio. Pues bien, a mis ojos gozan de muchísimo más atractivo estos últimos que ese empíreo Cielo descrito por Dante, que de tan perfecto que resulta, lo que acaba pareciendo es un perfecto truño.

Quizá es por todo ello por lo que me gusta lo imperfecto. Ser imperfecto es, además, el único modo de poder seguir perfeccionándose
 
Antiguo 27-Nov-2021  
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Interesante reflexión, Dante

Pues a mi modo de ver, la obsesión con la "perfección" esconde un deseo de aprobación externo. Y es tan sencillo de ver porque, si nadie va a hacer uso/ver/experimentar eso que hacemos, ¿acaso supondría tanta ansiedad el hecho de que no resultara perfecto? (no estoy hablando que salga una birria, o de casos extremos como personas con alguna clase de TOC). Al final, prácticamente todo se reduce a lo que los demás piensen de nosotros.

Personalmente, a mí me gusta hacer las cosas bien, porque encuentro que de esa forma ayudo a que las cosas funcionen mejor, que mi entorno esté mejor, etc. No me gusta la mediocridad ni la dejadez, porque "no da todo igual"; para eso, mejor no perder el tiempo ni hacérselo perder a nadie. Pero no me vuelvo loca si las cosas no salen perfectas, siempre que uno se haya esforzado y haya buena intención, y no cause un perjuicio por supuesto. Hay que saber darle la importancia justa a las cosas, sin dejar de buscar la mejora continua para ese beneficio que comentaba al principio, que es para los demás y uno/a mismo/a también.

Hace años sí era un poco más intolerante, y me daba bastante ansiedad según qué cosas. Pero era porque tenía una traba psicológica, y es que, inconscientemente, todavía no había resuelto mi deseo de aprobación paterna.
 
Antiguo 28-Nov-2021  
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Avatar de fj bulldozer
 
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Voy a poner dos ejemplos sobre la perfección e imperfección, uno con guitarras y otro con mujeres.

1-Yo soy guitarrista aficionado de guitarra eléctrica y entre los guitarristas existe un síndrome llamado GAS (Síndrome de Adquisición Guitarrística, traducido del original anglosajón) que les hace consumir guitarras y equipo sin parar, con una obsesión por tener el mejor equipo que nadie, una búsqueda interminable. Y gran parte consideran que la guitarra más cara nos hace más felices y nos motiva más para tocar. En especial codician las clásicas Fender y Gibson.

Pues bien, compré una guitarra de 300 euros, cuando por mis manos han pasado guitarras que costaban bastante más, y no está tan justificado el precio excesivo de las otras. Para lo que yo quería con esta guitarra barata, me sirve. Si una guitarra "imperfecta" cubre tus necesidades, ¿para qué comprar una guitarra mucho más cara que consideramos a priori "más perfecta"?

2-Sobre las mujeres, pues parece que haya muchos que busquen la mujer físicamente "perfecta", es decir, que tenga rostro de ángel o modelo de fotografía, tenga buenas tetas y buen culo, no supere los 25 años de edad, etc. Pero luego resulta que esa chica "físicamente perfecta", no cubre tus necesidades o gustos, no era lo que tú esperabas en una mujer. Es decir, resulta ser una "mujer de escaparate" pero que dista muchísimo de lo que tú buscabas en una mujer en cuanto a forma de ser, cariño y convivencia. Es preferible una mujer físicamente más "imperfecta" y no tan joven pero que cubra nuestras necesidades, gustos y sea amorosa de verdad. ¿De qué sirve una "mujer de escaparate" si luego su personalidad deja muchísimo que desear? Habrá gente que haya conseguido ambas cosas, "escaparate" y una forma de ser maravillosa, pero de ninguna manera es lo convencional, por no decir lo normal.
 
Antiguo 28-Nov-2021  
Usuario Experto
 
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Soy perfeccionista, a veces mis hijos se enfurecen conmigo porque continuamente les exijo y me exijo lo mejor que se puede ofrecer, lo mejor que podemos hacer algo.

En mi trabajo soy perfeccionista, conduciendo lo soy también, a la hora de peinarme, vestirme, maquillarme...cocinando, dibujando, escribiendo...
Me gusta la gente como yo, y no me gusta nada la gente dejada, esa a la que le da igual ocho que ochenta.

Pero también me gusta la imperfección, que las cosas y las personas tengan algo imperfecto, me gustan los rostros con algo que me llame la atención, por ejemplo me gustan las narices grandes, o los ojos expresivos, sin importarme el tamaño ni el color, encuentro hermosa una cara con algunas arrugas de expresión, me gusta la gente natural, y odio las caras desfiguradas por los tratamientos estéticos invasivos, igual que los cuerpos de gimnasio que se pasan de músculos y de otras cosas...

Nunca he estado con alguien que fuera guapo, mis parejas han sido hombres del montón, con un físico que nunca llamaría la atención.
No encuentro belleza en lo perfecto, o no me llama lo perfecto, sobre todo en las personas, hablando desde el punto de vista estético.
 
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