Usuario Experto
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Bueno, pues contesto. Un poco tocho, lo que creo que voy a soltar, pero quien lo quiera leer que lo lea y quien no, pues no.
La moral es una rama de la filosofía que nos dice si hemos sido buenos o hemos sido malos, a través de las relaciones con otros sujetos morales. Hay una moral objetiva, que es la que prima en nuestra sociedad; nos dice si los actos que cometemos son buenos o malos; no depende de nosotros, y se nos va a juzgar por esa moral objetiva; luego hay una moral subjetiva, por la cual nosotros sabemos si nuestros actos son buenos o malos. En muchas parcelas, estos dos tipos de moral se solapan. Por ejemplo, la sociedad me dice que es malo matar a una persona; y yo pienso lo mismo. Aquí no hay discrepancia.
El tema es que vivimos en una sociedad muy interconectada, y con mucha gente que tiene morales subjetivas muy diferentes; eso crea morales objetivas emergentes. Así que sobre el tema del amor y del sexo, que creo que es el que nos ocupa, hay muchas "morales objetivas". Una parte de estas morales objetivas tiene un sustrato histórico, el cristianismo. Aunque no seamos cristianos, la moral cristiana ha impregnado cada uno de los aspectos de nuestra sociedad. Digamos que es una "moral objetiva" dominante, pero no es la única. Hay morales objetivas que defienden muchos actos morales que el cristianismo no defiende.
Mi moral subjetiva en concreto, la única de la que puedo hablar, la regla por la que me gustaría que se rigiese la sociedad, debido a que yo me rijo por ella, es bastante adaptable. Parte de la base de que los seres humanos son entidades libres y autónomas, y de que son entidades imperfectas e incoherentes; intentando yo mismo ser libre y autónomo, e intentando no ser imperfecto e incoherente, se rige tanto por la regla de oro como por la regla de plata, que han quedado aquí expuestas.
Bah, me estoy enrollando. Os cuento las bases de mi moral subjetiva y ye está:
- Yo soy la persona cuya felicidad tiene prioridad máxima. Entiendo que para cada uno de nosotros, esa persona es uno mismo. Pero:
- Prioridad máxima no es prioridad única: Mi regla dice que hay que maximizar el placer y la alegría para la mayor cantidad de personas posibles, si se puede, para la totalidad de las personas existentes, aún al precio de sacrificar una parte de la felicidad que podría obtener para mí mismo en beneficio de estas personas. En términos generales, me privo de los placeres que pueden causar daño a otros, e incluso abordo de manera regular actos de bajo coste que suponen pequeños placeres a desconocidos. Eso es lo que se conoce por "buena educación".
- Una persona se invalida a si mismo para hacer sacrificios en pos de su placer y de su alegría desde el momento en el que no cede una parte de su propio placer y alegría en mi beneficio, o escarmentando en cabeza ajena, en beneficio de otros. Casos extremos de este egoísmo natural son los de las personas que causan de manera intencionada daño a otros en pos del placer personal. Es lo que se conoce como una "mala persona".
- Ante la duda, siempre tiene ventaja aquella persona que ya haya demostrado que es capaz de sacrificar por mí una parte de su felicidad. Es decir, mis amigos y familia por delante de desconocidos o extraños.
- Las personas se equivocan; tras un error, concedo el beneficio de la duda, dejando claro lo que entiendo por un error. Tras varios errores, o bien rehuyo a esa persona si veo que no tiene muchas posibilidades de cambiar su actitud, o bien hago lo posible por proporcionar un refuerzo negativo a sus actitudes, generalmente con una bronca. Caso de que el error sea claramente malintencionado, de que haya hecho mucho daño a mí o a mis seres queridos y de que no haya arrepentimiento ni propósito de enmienda, me parece lícita, deseable, y moralmente excelente la destrucción psicológica de esa persona, por ser un peligro para la sociedad. Hasta ahora no me he visto en la tesitura de verme en el deber de destruir a alguien peligroso, pero me reservo ese derecho.
En términos de moral sentimental y sexual:
- Una persona busca su propio placer sexual, yo también. Por tanto, si yo soy capaz de proporcionárselo, y esa persona es capaz de proporcionármelo, es mi deber moral hacer lo posible por llevar una relación sexual a término cuanto antes; esto maximiza el placer global, y el mío en particular. Pero:
- Debido a la influencia de la moral cristiana, una persona puede rehuir el placer sexual, debido a que puede hacerle mas daño en términos morales, que alegrías de tipo exclusivamente sexual. En ese caso, es mi deber rehuir las relaciones sexuales con ese tipo de gente, aún pensando que están equivocados.
- Del mismo modo, si deseo una relación sexual con alguien que quiere una relación sentimental, las posibilidades de causar graves daños son importantes; es mi deber rehuir una relación sexual con esa persona, aún en contra de su voluntad.
- Caso de que se de una relación sentimental, esta debe ser cooperativa, en plena igualdad de derechos y responsabilidades por ambas partes. Una relación sentimental no debe ser, desde mi punto de vista, sexualmente excluyente a no ser que una o las dos partes lo deseen. En ese caso, debe serlo.
Y hasta aquí lo que pienso sobre el tema.
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