Siempre he desconfiado mucho de las personas excesivamente teatreras y celosas, de esas personas que montan sin venir a cuento cada dos por tres grandes espectáculos pirotécnicos de enfados y reproches.
La mayoría acostumbran a ser unos infieles en potencia que a la larga, pueden caer muy fácilmente en aquello que echan en cara a sus parejas. Y como para un celoso no es necesario que ocurra algo en la realidad porque confunde lo que imagina con lo que pasa, siempre tiene ofensas pendientes de las que vengarse.
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