Tsutomu Miyazaki
Entre 1988 y 1989, Tsutomu mutiló y mató a cuatro niñas, de cuatro a siete años; después abusó sexualmente de sus cadáveres y, con su tercera y cuarta víctima, devoró partes de los cuerpos…
Durante el día, Miyazaki era un hombre tranquilo, y un empleado afable y obediente, pero ese mismo otaku descente y aparentemente inofensivo, fue el monstruo que seleccionó más o menos de forma azarosa a cuatro inocentes niñas, siendo incluso tan cruel que, con el mismo cinismo burlón con que Albert Fish envió una carta a la madre de una de sus víctimas, mandó cartas a las familias de las víctimas, describiendo mórbida y detallosamente lo que hizo en cada caso…
Este asesinó japonés nació con una deformidad en las manos que lo acomplejó e hizo ser marginado, además de que tenía un miembro anormalmente pequeño, por lo que evitaba a las mujeres. Refugiado en el anime, los cómics y la pornografía, su único vínculo cálido era su abuelo, por lo que al morir éste, él se convirtió en asesino necrófilo de niñas.
Con toda la alarma policial y la preocupación social que existía en torno al problema, Tsunomo debió desistir de sus crímenes, pero ni con eso se abstuvo de volver a la acción el domingo 23 de julio de 1989. En ese día, Tsutomu vio a dos hermanas que jugaban cerca de un lavado público en Hachioji, tras lo cual detuvo su coche y se bajó. “Quédate aquí”, dijo la niña mayor a la menor cerca de un río, tras lo cual salió corriendo a casa de su padre, quien inmediatamente corrió hacia el lugar de los hechos solo para encontrar a su hija menor desnuda junto a un desconocido que le fotografiaba la vagina… Furioso, el padre de la niña agarró a Tsutomu y lo tiró al suelo, pero éste se apartó y salió corriendo hacia la orilla pantanosa del río, sobre la que corrió hasta volver a su coche, pero allí estaban esperándolo algunos policías que lo detuvieron bajo el cargo de “obligar a una menor a cometer actos indecentes”.
Tras capturarlo, la Policía creía haber encontrado por fin a su asesino en serie.
Diecisiete días más tarde, Miyazaki confesó haber asesinado a Ayako Nomoto, cuyo cráneo fue hallado al día siguiente en las colinas de Okutama. También confesó el asesinato de Erika Namba y el de Mari Konno, de los cuales los videoclips fueron encontrados entre las 6.000 cintas en la habitación de Miyazaki. Posteriormente, el 6 de septiembre se encontraron los restos de Masami Yoshizawa en los bosques cerca Komine Pass, en Itsukaichi.
En 1989, Tsutomu Miyazaki fue declarado culpable de lo que se conoció como “Los crímenes del Otaku”
Después de la condena de su hijo, el padre de Tsutomu, que se había negado a pagar la defensa legal de su hijo por razones morales, no toleró el deshonor y, como es relativamente habitual entre los japoneses que experimentan el oprobio público, se suicidó.
Durante la década de 1990, Tsutomu permaneció encarcelado mientras se lo sometía a una serie de evaluaciones psiquiátricas, concluyéndose, en 1997, por parte de un equipo de psiquiatras de la Universidad de Tokio, que Miyazaki, a pesar de que sufría de trastorno de personalidad múltiple y esquizofrenia extrema, aún era consciente de la gravedad moral y de las consecuencias humanas de sus crímenes, y por ende era responsable de ellos.
Poco después se lo condenó a muerte en la horca. Sin embargo estuvo en el corredor de la muerte por muchos años, intentando reducir su condena a cadena perpetua, además de que solicitó que, si lo matan, le apliquen inyección letal y no ahorcamiento, pena a la cual temía profundamente. En cuanto a su vida en prisión, siguió siendo la misma que antes: leyó mangas, cómics, y vio series y películas de anime, en la pequeña tv donde esperó la condena inapelable de la muerte, ratificada por la Corte Suprema de Justicia el 17 de enero del 2006, y aplicada en junio del 2008, mes en el cual un martes, junto a dos criminales más, Miyazaki fue ahorcado, ya que la Corte Suprema de Justicia consideró, en base a los análisis psiquiátricos, que el asesino no tenía ningún trastorno mental cuya naturaleza lo pudiese librar de responsabilidad penal.