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Antiguo 10-Aug-2015  
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Estoy en la cuarentena, y mi vida amorosa ha sido un desastre. Quizás un día cuente otras historias, pero hoy me voy a centrar en ésta.

Les cuento. Yo tenía diecinueve años y estaba con el corazón roto por un amor, digamos que platónico, que había albergado en mi corazón durante casi toda mi adolescencia y que al final acabó muy mal. Era Septiembre, estaba en la playa, en Canarias algunos vivimos mucho la playa, y empecé a ver por allí a una chiquilla, más joven que yo, delgada y con cara de inteligente y buena persona, como siempre me han gustado a mí.

Después de unos días, y en esas fechas íbamos, ella y yo, a la playa todos los días, ella se dio cuenta de que yo me fijaba en ella y acabó enamorándose de mí.

Yo siempre fui muy tímido. Atractivo sí, pero muy tímido. Y acabó en verano y nunca nos dijimos nada. La estuve viendo cada día ese verano, nos veíamos mutuamente, sin dar un paso. Con ella iba siempre una amiga. A su amiga también le cogí un cariño especial.

Acabó el verano, y las ocasiones de verla decayeron mucho. Aún así ese año llegué a conseguir saber en qué instituto estudiaba, y hasta cogí el autobús alguna vez con ella. Nos veíamos y no nos decíamos nada. Conseguí enterarme por casualidad de que era muy buena estudiante, "saca todo sobresaliente" decía una compañera suya. O que ella estudiaba "hasta las once de la noche". Y ella, llena de humildad deciía "no, todo sobresaliente no". Eso me decía que no me había equivocado con ella. Pasó el año, y volvió el verano, y la historia se repitió, y con nuestras timideces no hicimos otra cosa que morirnos de amor.

Pero a ella le llegaron sus dieciocho años, la mayoría de edad, la vida adulta. Y además se fue a estudiar a la península (vivo en Canarias). Cuando en Navidades llegó de vacaciones se había cambiado el peinado, y estaba un poco "revolucionada". Luego, en Semana Santa, simplemente no parecía la chica de la que me había enamorado. Decidí que en realidad me había vivido una fantasía.

Eso me marcó la vida. Desde entonces nunca he creído igual en el amor, y nunca encontré a una chica que me gustara. Con todo, cada vez que la veía en vacaciones seguía sintiendo todo aquello. Aunque empezé a verla salir con chicos. Ya andaba yo en los treinta y dos, y después de tantos años sin encontrar a nadie que me enamorarla, albergué la idea de conquistarla.

Debo decir, que en una de esas ocasiones en que ella estuvo por Canarias, y que yo me hice el encontradizo para pasar frente a ella, en la calle, ella estaba con su amiga de siempre y otra, resultó que hizo un intento de hablar conmigo, pidiéndome fuego. Yo no supe reaccionar, y además nunca he sido fumador, y perdí la quizás fuera la única ocasión que tuvimos para aclarar las cosas. Aunque debo decir que eso de fumar era otra de esas cosas nuevas suyas que no me gustaron.

Como decía, andaba en los treinta y dos, y estaba decidido a resolver mi vida amorosa. En Semana Santa la vi, nos cruzamos en unos grandes almacenes, y por un instante brilló en su mirada el recuerdo de un viejo e intenso amor. Pero enseguida disimuló. Daba igual, todo estaría preparado para el verano siguiente, pocos meses después. Además, ahora, con más madurez, parecía más a la chica de la que siempre estuve enamorado.

Y ese verano ocurrió una de las cosas más horribles que me ha pasado en la vida: estaba embarazada. Ese día me volví a morir. Creo que no había querido darme cuenta de que si por entonces no había regresado a Canarias era porque algo tendría en otro sitio.

Después de mucho llorar me prometí olvidarla para siempre. Y así fué. Aunque siempre estuvo en mi cabeza ya no nunca volví a albergar esperanzas ni sueños de amor. No la volví a ver, a excepción de un verano en que no pude evitar espiarla un poco, en la playa, dónde estaba con una amiga y sus mutuos hijos. Pero de eso hace ya trece años.

Mientras, en todo ese tiempo, antes y después de su embarazo, a su amiga tampoco la veía mucho, también estudió fuera. La he localizado por Facebook y parece que simplemente estudió en otra isla y luego trabajó en otra distinta, pero no la nuestra.

A esta amiga la he visto más a menudo estos años, aunque sólo en vacaciones. Así por lo que he podido ver debió casarse, y tiene dos hijos, creo. También me he dado cuenta de que debe haberse divorciado.

Tantos, tantísimos años después, y tantas cosas han pasado, y este año las cosas quieren precipitarse. De unos años para acá la amiga hace gestos de admirarme, de mostrar interés. En estos años siempre he sentido un gran cariño hacia ella, aunque ella me ha evitado cuando hubo alguna cercanía causal, como un día en que iba con el carrito del niño mientras veíamos la Cabalgata de Carnavales, cerca uno del otro.

Pero como digo, lleva un par de años mostrando interés. En estos días de mi vida me he sentido especialmente solo, por circunstancias que tal vez cuente en otra ocasión. En estas edades las timideces van desapareciendo y uno llega a preguntarse qué hubiera sido de todo aquello y de nuestras vidas si nos hubiéramos hablado en esos días de playa. Sí, las timideces van desapareciendo, pero el corazón se vuelve más duro, más cínico, más descreído. Y entre una cosa y otra las insistencias de ella, en los encuentros fortuitos, son menos tímidos y más descarados. Y ella parece que este años al menos está viviendo en nuestra isla.

Hace unas semanas nos encontramos en la calle, sé que sus padres y un hermano viven no lejos de dónde vivo yo, y a insistencia de ella supongo, y porque yo estoy más receptivo, nos miramos a los ojos.Vii directamente esa carita que ya no era la de una niña, con algunas arruguillas enmarcando esos ojos azules de siempre. Fue como si en una mirada nos contáramos años de historia.

Para más insistir, este año, en los dos últimos domingos, he visto en la playa, y apenas un momento, porque ella se iba cuando yo llegaba, a mi antigua amada. Fue como si viera un fantasma. Estaba con su familia, su marido y creo que tres hijos. Me alegro por ella, sinceramente, en que tenga una familia feliz. Estos son más bien tiempos de divorcios. Ya en Facebook la había localizado el año pasado y me decepcionaron un poco sus arrugas. Sin embargo ahora que la veía estaba espectacular, con ese porte espigado de siempre. Parecía que no habían pasado los años. Aunque apenas la vi, ni quise verla, sentí un sentimiento de amor cálido y profundo. Lo que desde hace muchos años anhelo por fin para mi vida. Quise ser discreto además, y no darme por conocido si es que llegó a verme, por respeto a ella y a su marido. Sin saber si en realidad toda esa discreción tiene sentido a éstas alturas. Y aún así quiero ser cauto, y cínico, y pensar que esa que tenía delante mío es aquella que cambió y ya no me gustó más.

Así, llegamos a este punto. Por un lado conocer a la amiga es algo bastante posible. Ella, con su insistencia y su mirada, hace real toda aquella historia de amor en este mundo actual de soledades, cinismo y sexo por el sexo (que ni siquiera ese es mi caso). Ver a mi antiguo amor platónico de juventud, y qué coincida con las insistencia de la amiga, y mi soledad de ahora, aunque probablemente nada sea casual, ha hecho que recuerde aquel amor hasta tal punto que he llorado desconsoladamente.

Lloro porque llegué a sentirla en aquellos veranos como si estuviera seguro que en cualquier momento íbamos a estar juntos, que no dependía sino de un golpe de valentía para que fuéramos felices. Y no sucedió nunca. Lloro de rabia porque me he dado cuenta de que la gente cambia con el tiempo y se vuelven imbéciles, como si luchar contra el mundo necesitara de perder el corazón. Lloré pensando en aquella chiquilla maravillosa que ni siquiera me atrevo a pensar si sigue existiendo de alguna forma en esa mujer de cuarenta y tantos años. Lloré preguntándome dónde estaba aquella chiquilla de "todo sobresaliente" que me cautivó con su mirada inteligente y cara de buena persona. Lloré por todo lo que la echo de menos y la necesito.

Ahora su amiga me trae todo eso. Digo que ahora es posible hablar con ella. Pero no veo demasiadas cosas buenas en eso. Por un lado, cuando la veo suelo sentir un enorme cariño, como si fuera una amiga muy querida a la que conozco de toda la vida. Cuando el otro día me miró a los ojos sentí la enorme esperanza de compartir nuestras vivencias sobre esa historia, y me encantaría acariciar si pelo con cariño, y abrazarla. Cuánto quisiera hacer eso. Pero me temo varias cosas.

Me temo que ella estuviera enamorada de mí, y que quiera estar dónde yo siempre quise que estuviera su amiga, mi amor, ahora que ella no está y está felizmente casada. O me temo que lo que quiera sea mucho más banal, como puro sexo. Y eso no puedo dárselo, ni quiero. A ella nunca la vi con esos ojos, nunca sentí deseo sexual por ella. Estamos ya en la cuarentena de y las veces que la he visto creo que poco he visto de las mirada dulce de otras épocas. El cinismo de siempre, como defensa antes el mundo.

Con todo, repito que ella me trae otros tiempos queridos, la oportunidad de hacer lo que debimos haber hecho hace mil años. En parte no es tan loco, yo sigo saludando con mucho cariño a veces a compañeros de instituto, y aunque a alguno ni le de el hola, otros siguen siendo los mejores amigos, ahora con barriga, calvos o el pelo blanco. Pero ni sé si en realidad puede haber amistad después de todo este tiempo con ella. Y si ella estaba o está enamorada de mí entonces lo echará todo a perder. O quizás me ve guapo para mi edad (que lo estoy, todo hay que decirlo). Me gustaría luchar por su amistad, y tenerla de amiga para toda la vida. Creo que eso me haría mucho bien, sería una parte de la tarea de hacer justicia con mi vida, que tanto me hace falta. Y tiene el peligro de que me recuerda con su presencia a mi antigua amada, pero creo que lo aceptaría.

¿Cómo lo ven ustedes?. Espero que les haya gustado mi historia.
 
Antiguo 10-Aug-2015  
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Avatar de Bufi77
 
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Es una historia triste pero muy bonita, y como tal debes de dejarlo en una historia del pasado.
Creo que en el anhelo de ese pasado estas dispuesto a intentar algo con la amiga, porque aun sigues aferrado a el.
Debes de enterrar la llave de una vez por todas y empezar a vivir, que seguro que hay miles de chicas tan buenas o mas que aquella que fue tu amor platónico.
De los errores se aprende, al igual que de la madurez. No cometas el error de tener algo con la amiga a la que en todo momento has dicho sentir mucho cariño por ella pero nada más, podrías lastimarla y esa preciosa historia quedar emborronada.


Bufi.
 
Antiguo 10-Aug-2015  
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Avatar de LoyalFriend1972
 
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Estás sacando muchísimas conclusiones de una serie de miradas y poco más, por parte de ambas chicas........ Me da la sensación de que estás imaginándote lo que desearías que pensaran sobre ti, y te estás creyendo algo que está sobre todo en tu cabeza.

Por lo que dices, tampoco con la amiga has tenido trato como para poder decir realmente que ella tenga interés en ti. Aquí veo mucho autoconvencimiento; e incluso si fuese así, es una historia que la tienes idealizada totalmente, y siendo realistas, si se llevase al mundo real no sería lo que esperas..........
 
Antiguo 11-Aug-2015  
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Muchísimas gracias a los dos por responder. Que alguien escuche mi historia me resulta en sí muy satisfactorio.

Sin embargo vuestras respuestas, que agradezco, son las que eran de esperar. En esto del amor, he ido aprendiendo, en realidad nadie sabe nada. Creo que la mayoría de las personas son capaces de encontrar su amor en su entorno, sin mayores complicaciones, quizás después de uno o dos fracasos y luego ya está, se casan y asunto concluido.

Mi historia creo que es rara por eso, y por eso he querido compartirla. Creo que en su día debí hablar con ellas, y entonces todo habría quedado resuelto habiendo descubierto que la había idealizado. O tal vez no. Un amigo estuvo echándose miraditas con una vecina durante toda su adolescencia y juventud. Tenían más de veinticinco años cuando coincidieron en un autobús. Entonces charlaron y ella se atrevió a invitarlo a él al cine. Me contó esto a poco de bajarse del autobús, porque había quedado con él, y estaba casi pálido con lo que había ocurrido.

Después de algún altibajo acabaron casándose, y tienen dos hijos. ¿Qué hubiera sido de ellos si ella no se hubiera atrevido a invitarle a salir en esa ocasión tan rara y cogida por los pelos del autobús?. Ninguno de los dos había salido antes con otras personas y ambos se consideran el amor de su vida del otro. Sí, pone los pelos de punta pensar que si no hubiera sido por la valentía de ella es hacer algo tan descabellado o si alguno de ellos hubiera desistido y se hubiera ido a estudiar lejos.

Mi historia es rara, soy consciente de ello. Ya hice el esfuerzo por olvidarme de ese amor platónico, y de hecho no albergo ninguna esperanza con ella. Con respecto a su amiga, pienso más bien que le debo ese baño de realidad, que la decepción se la lleve ella si es así como debe ocurrir.

Basta ya de disimular. Somos en general tan hipócritas que nos vemos en nuestra ciudad un montón de veces y ni siquiera nos miramos. Sin embargo cuando por casualidad nos encontramos en una ciudad extraña lo que nos parece raros es no saludarnos, y al menos intercambiamos una sonrisa de complicidad, casi sin poder evitarlo.

Puedo contar sobre estas cosas algunas anécdotas. El día por ejemplo en que en la entrega de diplomas de un curso estaba por ahí de directora de las azafatas, o algo así, una antigua compañera de octavo de EGB, que me saludó toda nerviosa al entregarme unos papeles. Yo en realidad nunca había hablado con ella entonces, en el colegio, y es que ella era de las chicas "duras" de la clase, mientras que yo era el tímido empollón. O sea, que no supe reaccionar. Ahora cuando la veo por la calle, vive cerca de casa, ella no me saluda, como si estuviera dolida. Y me hubiera encantado haberle respondido con más cordialidad.

También estuvo la ocasión en que al entrar, por mi trabajo, en una empresa, la que me atendió, en recepción, me sonaba, y recordé en seguida que durante un tiempo me echaba miraditas. Y resultó que en ese momento en que me tomaba el nombre todo eran sonrisas, y repitió varias veces mi nombre de pila, como la memorizarlo o que me diera cuenta que le interesaba.

Y la última que puedo contar me ocurrió no hace mucho. Me gusta últimamente sentarme en un rincón del parque, a reflexionar, sobre el trabajo o lo que sea. Uno de eso días una señora mayor, una anciana, se sienta a mi lado, y me dice que al menos debería saludarla. Le pregunto si nos conocemos y me dice que me ha visto mucho por allí, y que viéndome pasar repetidamente por ahí se dijo que cada vez le gustaba más. Yo fui amable con ella, y le di cierta conversación. No sé si estaba totalmente en sus cabales. Me despedí prometiendole que en otra ocasión la saludaría. Cosa que no estaba seguro de cumplir.

Un par de semanas después me cogió otra vez por sorpresa y de nuevo se sentó a mi lado. Y volví a ser amable con ella. Me dice, sonriendo, coqueta, si me acordaba de cuando me dijo que me quería. Me dice también que no sabe por qué pero que cada noche piensa en mí. Yo le digo que debería buscarse un novio de verdad, pero ella dice que no quiere novios.

Desde entonces la evito. Si fuera por ella estaríamos hablando cada día, y no puedo dejar que eso pase, por su bien. Pero ella tuvo la valentía que le dan sus años para hacer una cosa así, y yo supe contestarle con amabilidad, también ya por mi madurez. No la conocía, pero no por eso se me ocurrió decirle algo como "usted se está imaginando lo que no es". Es como debería ser siempre estas cosas.

Si, nos ponemos demasiadas trabas, con todo ese falso respeto. Y sin embargo basta que esas mismas personas coincidan en una discoteca para llegar quizás a cualquier cosa antes de que acabe la noche.

No sé si hablaré con ella, con la amiga de mi amor, pero creo que nos debemos esto, conocernos, decidir si podemos ser amigos o seguir disimulando para el resto de nuestra vida. La vida es una sola, y no deberíamos tener tanto miedo a sufrir, al fin y al cabo del sufrimiento no nos libra nadie.

Si hablo con ella, y con lo que sea, ya lo contaré por aquí.

Muchas gracias por leerme.
 
Antiguo 11-Aug-2015  
Usuario Experto
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Pero hombre...¿40 tacos y ni una sola chica "de verdad", sólo amores platónicos e historias de cuando tenías 17 años?

Creo que en tu narración faltan muchos datos que omites. En 40 años han pasado muchísimas más cosas que un "amor platónico", en temas sentimentales y sexuales...

En fin, tu sabrás, pero yo a tu historia le pondría un título categórico: "Fantasmas del Pasado", porque no son otra cosa.

Saludos.
 
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