Hay cosas que se repiten muchas veces respecto a una relación que se rompe. Se lee mucho aquí sobre circunstancias que nos llevan a hacer esto o lo otro. Siempre las circunstancias. Aquí es el trabajo excesivo, o una tragedia familiar, o alguna otra cosa. Las circunstancias.
Y cuando el amor acaba parece que todo es cuestión del azar, de la mala suerte, del destino, las cosas de la vida. Esa impotencia te lleva a preguntarte "¿para qué luchar?", como si la vida no estuviera nunca en nuestras manos. Pero quizás sí, hasta cierto punto. En lugar de justificarnos por las circunstancias habría que pensar "¿qué hice en medio de esas circunstancias?".
En lo que tú ves toda una serie de cosas que se han interpuesto en el camino, ella verá todas las desavenencias, los alejamientos, las discusiones. ¿Por las circunstancias?: no, por como fué tu comportamiento en esas circunstancias. Llega un momento en que ella hasta entiende las circunstancias, pero decide que igualmente no vale la pena seguir.
No lo has hecho bien, aunque es cierto que probablemente ella tampoco. Pero veo poco de autocritica, y mucho de culpar a los acontecimientos. Y no se trata de hundirte por la culpa. Se trata de entender que sí es verdad que mucho de lo que nos pasa depende de nosotros, y por tanto no hay que tirar la toalla ante la vida.
Eres joven, tienes tiempo para vivir muchas más cosas, empezando por mejorar tu relación con tu hija, o procurar que vaya todo bien con ella. Tienes oportunidad de seguir aprendiendo y luchando. Esta vez, tal vez, procurando que los acontecimientos no te quiten la sonrisa ni te separen de eso que has dicho que es lo más importante para ti.
Sí, debes empezar por ahí. Si ahora lo más importante para ti es tu hija, ahora debes ser fuerte por ella y para ella, y para ti también. No cometas los mismos errores: no te hundas, sigue luchando, no sigas pensando que todo depende de las circunstancias. No sigas pensando que es el destino.
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