Historia para no dormir

Serendipity

Hacía tiempo que no me metía por aquí pero os voy a contar la última que me ha pasado.

Conocí a un chico y me gustó, nos dimos los teléfonos y quedamos para ir al cine. La cita fue genial, de esas en las que todo va como la seda, él muy cariñoso y diciéndome que yo le gustaba mucho. Al día siguiente volvimos a quedar porque él me dijo que quería verme a diario para empezar algo en serio, yo había quedado con mis amigas pero después quedé con él. Ese día nos acostamos y dormimos juntos. Él encantado de la vida conmigo, diciéndome que yo le gustaba mucho, que yo era su chica y que no me iba a dejar escapar.

Él estaba de exámenes, así que estaba estudiando y estuvimos unos días sin vernos pero nos escribíamos a diario. La siguiente vez que nos vimos otra vez todo genial. Y la siguiente y la siguiente y la siguiente, vamos que parecía que el chaval estaba superpillado por mí. Incluso me propuso que cuando yo encontrase trabajo fijo, me fuese a vivir con él. Yo me lo creí, mis amigas, que conocen mi gran suerte en el amor, se lo creyeron cuando les contaba lo que pasaba.

Él vive en otra ciudad, en la mía está estudiando y ya me había dicho que se iría a su ciudad en verano pero que no me preocupase, que seguiríamos en contacto y él vendría a verme siempre que pudiese porque a esas alturas ya éramos una pareja.

Entonces, empezaron las cosas raras. Me dijo que había discutido con sus padres, él tiene una enfermedad, nada grave pero crónica, e imagino que le tienen bastante sobreprotegido entre eso y ser hijo único. Me dijo que estaba bastante mal por el tema este, así que le dije que si quería que fuese para consolarle, pero no quiso porque no quería que lo viese en ese estado ni me comentó el motivo del enfado porque es muy reservado, pero que me lo contaría poco a poco, que era una historia muy larga.

A los dos días me dice que se ha puesto muy enfermo, que han venido sus padres y que había estado en el hospital. Yo ya estaba con la mosca detrás de la oreja pero me sentía una cabrona por no creer que estuviese enfermo, así que decidí creerle. Y se largó a su ciudad sin despedirse en persona porque, claro, estaba enfermo.

Aquí empezó el vía crucis, el chico que parecía pilladísimo por mí, el mismo que me decía que quería verme a diario y que quería estar conmigo porque yo le encantaba, de repente se convirtió en alguien que tardaba horas en contestar a un simple mensaje y que no sabía cuando iba a poder venir a verme. Aguanté así un mes, me decía a mi misma que tenía problemas familiares y que yo era una paranoica por pensar que pasaba de mi.
Y un buen día me harté, le dije lo que pensaba: que pasaba de mi por teléfono y que se hacía el loco con lo de venir a verme. Discutimos y en medio de la discusión le dije que si quería podríamos darnos un tiempo y vernos cuando volviese otra vez a vivir en mi ciudad en septiembre porque para mí era una tortura estar aquí esperando mientras él parecía que no tenía el más mínimo interés. Él me dijo que no estaba haciendo nada malo y que si no quería seguir ahora, que en septiembre tampoco. Se enfadó y no quiso seguir hablando.

Dejé pasar un par de días y le pregunté si seguía enfadado, seguía enfadado y sin querer hablar conmigo, intenté que me explicase lo que pasaba y siguió sin querer saber nada de mí, tuve que insistir bastante para que simplemente me dijese que dejase pasar unos días para volver a hablar. Yo no me caracterizo por tener mucha paciencia y menos aún cuando ya la he estado teniendo durante un mes, así que dos días después, es decir, ayer, le volví a escribir. Y seguía enfadado, le dije que yo no iba a aguantar que por un cabreo tonto estuviese despreciando a su supuesta novia durante una semana y según él no era un cabreo tonto y que yo podía hacer lo me que diese la gana. Le pedí explicaciones de su cabreo y le dije todo lo que sentía en una gran parrafada que no ha leído hasta hoy y a la cual no me ha contestado. Así que le he dejado. Ahora estoy esperando a que a eso tampoco me conteste.