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En su momento también gaste pasta y tiempo en el rock en general y después me fui adentrando a terrenos más "heavys" y marginales pero ultimamente mi espectro musical se ha expandido u orientado hacía otros horizontes, igual que otras áreas de pensamiento y enfoque.
Si bien mucha de toda esa música forma parte de mi vida y me evoca etapas, francamente hoy la miro en retrospectiva y me parece un tanto rupestre y burda.
Todos esos alaridos y tamborazos, sin mencionar los excesos que solían incurrir todas esas figuras de décadas pasadas con todo esa parafernalia de maquillaje, pelo, ropa estrafalaria y hordas de fanáticos que veneraban a sus dioses mortales a un nivel tan ridículo y patético como las figurillas de hoy día.
Tal vez para ti esa música de antes te parezca "mejor" porque su (re)descubrimiento te suponga una novedad que contrasta con lo hoy socialmente dominante pero por algo cada década trajo la imperiosa necesidad de sus respectivos cambios.
Hoy por higiene mental me mantengo al margen de la música comercial expuesta en el mainstream y continuo descubriendo gemas musicales, normalmente independientes, en plataformas como Bandcamp, Soundcloud y similares.
Otras veces, igual que tú, redescubro joyas pasadas, algunas incluso sin haber gozado del reconocimiento que a mi parecer merecían, pero sin por ello incurrir en ese mantra que dicta "antes todo era mejor".
Así, pese a todo, esta época otorga facilidades como ninguna otra para poder prescindir de medios unilaterales como lo eran las radiodifusoras, siempre vinculadas a intereses de aglomerados empresariales a los que tambien pertenece la industria musical y en donde con el menú a la carta que caracteriza en muchos aspectos esta época, montas tu propia "radio" a través de tu personalísima playlist y ya está.
Y es que, si lo piensas por un momento, nunca antes en la historia conocida hubo tanta disponibilidad de opciones para crear, distribuir y escuchar música como ahora.
Incluso con calidad audiófila al alcance de cualquiera o en formatos multimedia.
De hecho, nunca antes como ahora ha habido tantos festivales y eventos que conglomeran masas solo para escuchar música.
Probablemente el advenimiento de internet y el libre flujo de música digital trajo el desplome de ingreso$ que la industria musical estaba acostumbrada a recibir y no hablo precisamente de los artístas y músicos de a pie.
Así que para las grandes firmas y disqueras ya les supone poco redituable la realización de ambiciosas obras artísticas por lo que mejor tiran de productos musicales de bajo coste de elaboración y distribución para el consumidor final.
Por otro lado, ya todo está dicho, al menos con las herramientas disponibles.
La inventiva en décadas pasadas mucho tuvo que ver con la febril exploración de terrenos creativos y artísticos novedosos en su época.
En años anteriores, aún se pugnaban luchas ideológicas o de clase, por dar un ejemplo, que permeaban las expresiones artísticas como reflejo de la época bajo un discurso o propuesta estética que derivaba en corrientes y movimientos.
Con la globalización, todo da lo mismo, la idiosincracia en la aldea global ha diluido identidades donde se replican habitos de consumo y lo que sucede, pasa en forma masiva y viral.
Y probablemente la abundancia y sobresaturación de facilidades de las que hoy se dispone, al menos en el campo artístico porque en otros la innovación crece, hace que el confort no sea muy buen incentivo para la creatividad.
Hoy la música es basura, si tú quieres, porque si te cansas del perreo, no te toma nada pasar a la novena de Mahler o algo de Dub y la ventaja desde esa perspectiva histórica nos da cierta arrogancia.
Si consideramos el acervo cultural como herencia, quizá lo de ahora no es tan malo, lo peor todavía está por venir de acuerdo al legado y mundo que como generación fallida le estamos dejando a la (de)generación siguiente y nuestro único consuelo es que ya no vamos a estár aquí.
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