El miedo a prohibir, viene dado por lo siguiente, por parte de los políticos por el temor mezquino a que los jóvenes, que hacía poco habían sido menores, no les voten en las próximas elecciones. Y, lamentablemente, el voto de la gente de edad universitaria quienes votan por primera vez en una convocatoria, suele ser decisivo en los resultados electorales.
Y el miedo por vía paterna, es decir, el miedo de los padres a prohibir, viene dado por el temor a que sus hijos les acaben odiando e incluso les denuncien, aunque sea falsamente, pues ya cierto presidente, hace unos años, aprobó que los menores pudieran denunciar a sus padres en caso de "maltrato". La intención no era mala, pero como siempre el problema está en el mal uso que se hace de las leyes. Para muchos menores, el simple hecho de prohibirles algo, ya supone maltrato. Pues no. Deben recordar que, mientras a una persona adulta solamente le puede obligar la ley, ellos como menores, al no tener responsabilidad penal, deben obedecer en todo a sus padres, precisamente por eso, por carecer de responsabilidad penal. A un mayor de edad, los padres no le pueden obligar a nada, a no ser que esté considerado incapaz o retrasado mental por un juez. Pero a un menor los padres le pueden obligar siempre. Punto y final.
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