Me da
todavía más vergüenza admitir que sí otra vez
Uso mucho el doble sentido (aunque sin faltar el respeto). Echo mano al humor, también, casi todo el tiempo. Pero últimamente -sobre todo en la calle- se me está dando esto de guiñar un ojo o sonreír. Es parte de un cambio que decidí poner en práctica de una vez, después de haberme etiquetado a mí mismo durante toda la vida como TÍMIDO.
Para flirtear (o coquetear) hay que sentirse bien con uno mismo, supongo. Y creo que me estoy gustando más ahora que hace cinco, diez o quince años, ni hablar.