Que el voto del habitante de una aldea pequeña de Lleida o de Gipuzkoa valga más, según la ley electoral, que el voto de alguien de Murcia, Almería o Albacete, es motivo para enfurecerse de sobra. Así jamás pueden llegar partidos nuevos o minoritarios al Congreso, y así siempre tendremos que soportar la presencia de partidos separatistas en el Parlamento. Partidos que por cierto no permite la Constitución francesa, alemana o italiana por poner un ejemplo. Para mí deberían estar prohibidos desde el momento en que inciten a la sedición y revuelta en las calles, como ha hecho el impresentable de Otegi recientemente en Euskadi a raíz del resultado electoral, como están haciendo Torra y sus compinches en Catalunya cada día.
No va a ser fácil. El tener las competencias educativas ha generado que una o dos generaciones de jóvenes hayan sido adoctrinados en infamias. Y van a dar mucho trabajo, sudor y lágrimas al gobierno español
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