Las situaciones desagradables, como estar en discochorras, garitos, baretos, donde los tíos "entran" como si no hubiera un mañana, se afrentan de dos formas. Me pondré en el lugar de un incauto que quiere amol.
1) Ser competitivo, porque uno ha de ser el mejor bailando, postureando, enseñando los billetes grandes nuevos, al pagar las fanticas, tener verborrea y darlo todo, todo, a tope, como si terminar con una mujer fuese el tesoro mundial más codiciado ó...
2) Pasar de esa m* de sitios.
Yo hice mi elección y me vino muy bien. Y ahorré. Vaya. Pero con toda la tranquilidad. Queja ninguna.
La gente es libre de hacer lo que le plazca. Lo difícil es ir por el camino no convencional, que consiste en evitar lugares de "alta competición", o evitar mujeres consentidas que han sido endiosadas por centenas de pretendientes y babosos. A las mejores no las verás en los "circuitos de alta competición", ni creyéndose lo que pasa por allí. A ellas, como a mi, esa forma de conocerse, tan forzada, tan limitada al escaparate llega a ser repugnante. Lo sé, y lo constato. No hablo de oídas.
Nos quieren hacer creer que vivimos en un mundo sin necesidades, y siguen siendo las mismas, o más. Gustar, ser gustado, convivir. Físico, bobadas. Dinero, para el que tenga. Y si no tiene, no dará explicaciones a desconocidas. Juntarse para quien quiera, con quien sea. Se puede hacer siempre, a no ser que uno haya tenido una desgracia o esté demasiado encerrado en su mundo interior.
No sé de qué sirve lamentarse si existe gran diversidad para elegir. No hace falta ser de costumbres. Los que reniegan de las mujeres atendiendo a razones de "mercado" pareciera que quieren vivir en un mundo convencional. En su lenguaje cosificador (personas a semejanza de mercancías), ocupan todos el "mismo nicho del mercado". Discotecas, casarse, pasear por el parque los domingos. Pues a diversificar, chicos. Discotecas sin tanto rabo. Sufrís porque queréis.
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