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Antiguo 08-Apr-2015  
Etanolédica
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Hola!
Bueno, creo que este tipo de historia son bastante frecuentes, ya he recibido consejo por parte de mis amigos pero ahora me apetece contar esta historia a otro público, a ver qué opináis. Quiero avisar que será una historia larga, lo escribo a modo de cuento y/o a modo de que me aconsejéis, pero creo que merece la pena leerla.

El caso es que yo soy chica, y el año pasado conocí a una chica muy inocente, tímida, virgen, que llevaba viviendo en un pueblo muy pequeño toda su vida, lo cual no había vivido demasiadas locuras. Ella acababa de empezar la universidad, razón por la cual nos conocimos en una residencia.

Yo entonces llevaba dos años de noviazgo con una chica, con la cual llevaba una relación un tanto tormentosa. Cada dos por tres cortábamos.

El caso es que esta chica inocente y yo, durante ese curso, nos llevamos bien y nos fuimos haciendo amigas lentamente, aunque al acabar el curso no llegamos a ser súper amigas, simplemente amigas.

Las primeras veces que hablábamos a mí me daba un poco de rechazo hablar con ella porque cada vez que me veía me miraba mucho y me tocaba el culo ''de broma''. Y claro, como yo no la conocía de nada pues no sabía de qué rollo iba. El caso es que un día le contesté mal y le hice llorar, pero luego le pedí perdón. En conclusión, no tuvimos muy buen comienzo xD

El caso es que al principio ella me tenía un poco confundida, yo creía que era lesbi o bisex a pesar de que ella se declaraba heterosexual públicamente. Pero claro, a mí no me atraía sexualmente nada porque la veía muy infantil e inocente, y eso a mí me echaba para atrás.

Pero no mucho después ella me empezó a atraer, y luego a gustar. Un día, mientras estábamos tomando unas cervezas con unos amigos, ella dijo que quería tener una experiencia lésbica alguna vez en su vida, y todos mis amigos empezaron a decir de broma que probase conmigo, pero claro, nosotras nos reímos y ya está.

Poco después yo se lo dije, le dije que me gustaba, y ella no le dió mayor importancia pues apenas nos conocíamos.
El caso es que a la noche siguiente, estando de fiesta, ella puso su cara muy cerca de la mía y me dio el impulso de darle un beso, pero ella se apartó. Yo simplemente me reí y le dije ''lo siento''.
Al instante me dirigí hacia nuestro grupo de amigos y ella vino en seguida detrás mía con un cigarro en la mano:

-Venga, voy a pasarte el humo con la boca.

Y nuestros labios se rozaron por primera vez mientras nos pasábamos el humo boca con boca.
Justo después me echa humo en la cara lentamente y me dice:

-¿Sabes que en mi pueblo echarle el humo de un cigarro a la cara de alguien significa que te quieres liar con esa persona?

Yo le dije que ella me lo acababa de echar.

-A lo mejor es que quiero vivir mi experiencia lésbica contigo.

Waaa!!! Yo aluciné, no la conocía a penas de nada pero tenía claro una cosa: quería liarme con ella.
Esa noche dejé de verla como a una chica inocente.

¿Pero qué pasó luego durante esa noche?

...

Nada.

No pasó nada esa noche, como si nada me hubiese dicho.
Y durante las dos semanas después de eso, cada vez que estaba con ella, me miraba mucho, y cada abrazo o cada cosa que ella hacía conmigo yo lo interpretaba como coqueteo. Sin embargo, no hablamos en absoluto de aquello que me dijo, hasta el fin de esas dos semanas en las que, otra vez de fiesta, hablamos.

Le pregunté que si era verdad que quería vivir su experiencia lésbica conmigo, a lo que ella dijo:

-¡Ah, no! Aquello que te dije fue de broma. No es cierto.

Imaginaros mi cara y, lo que es peor, mi desilusión en ese momento.
¿Cómo se atreve a gastarme tal broma justo al día siguiente de decirle que me gusta y justo después de intentarla besar?

Algo raro había en eso de que ''era broma'', pero la cuestión es que desde aquella noche ella se alejó muchísimo de mí. Apenas hablábamos, y si hablábamos era porque yo me acercaba, y ella hacía como si no hubiese surgido distancia alguna desde entonces.
Pero luego la distancia otra vez volvía hasta que pasé de ella.

Llegaron las navidades, yo me fui a mi ciudad, con mi novia con la que no tenía una relación estable, y la cual estaba enterada de esta historia. Entonces esas navidades me olvidé de ella, y cuando nos volvimos a ver al regreso de las vacaciones yo sentía que no me gustaba ya, y lo que era más, la volví a ver igual de infantil e inocente que antes, incluso más cerrada de mente, lo cual hizo que me irritase su presencia en cierto modo.

Yo continué mi vida, conseguí cierta estabilidad con mi pareja, y con esta chica pues empecé otra vez a llevarme bien porque había vuelto a mostrar interés en mi amistad.
Pero yo seguía sintiendo que ya no me gustaba.
Hasta que una noche volvió a despertar algo en mí.
Era otra noche de fiesta, en la que yo estaba borracha y ella no. Estábamos sentadas a solas en los sillones de un bar, al mes o así después de Navidades, y me preguntó de repente:
-Oye, ¿y te sigo gustando?

Me pilló completamente por sorpresa. Yo debí contestarle que no me gustaba ya, era lo que sentía en aquellos momentos, ¿no?
Pues no le dije que no, ni le dije que sí. Me reí y le dije:
-Eso no se pregunta.

Ella echó una carcajada pues pareció fascinarle el doble sentido de esa respuesta. No sé por qué no quise cerrarle las puertas, y su interés por saber eso hizo que me volviese a gustar.

Y durante ese curso no volvió a ocurrir nada más. Cada vez fuimos más amigas, intimábamos cada día más, muy poco a poco, de tal forma que los dos últimos meses más o menos empezamos a juntarnos con mucha más frecuencia y entonces sucedió: me empezó a gustar mucho. Ocurrió porque empecé a conocerla de verdad, ella era una fiera salvaje que quería salir pero no sabía cómo, le faltaba atreverse.
Yo me convertí en esa amiga alocada con la que ella podía desinhibirse un poco más de lo que solía hacer con la gente.
Comenzó a hablarme de su vida sexual: no tenía ni había tenido nunca sexo, a excepción de una insignificante experiencia no satisfactoria con los dedos de un chico. Yo era la única que sabía esa historia.

Entonces llegó el verano. Yo seguía aún con mi novia, a la cual no le volví a hablar de mi amiga universitaria, pues me había pillado por ella y no quería hacerle daño al hacérselo saber.

El verano pasó de largo en mi ciudad, y yo seguí mi vida, pero ella vagaba de vez en cuando por mis pensamientos, deseando volverla a ver.

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Comienza nuevo curso. A partir de ahora es cuando comienza mi problema actual, ya que se trata del curso en el que estoy actualmente.
Hasta ahora la historia no ha tenido nada de acción, pero ahora sí la va a tener.

Pues bueno, ambas íbamos a vernos otra vez en la misma residencia del curso anterior.
Cuando nos volvimos a ver, fue un reencuentro extraño: ella había cambiado, yo había cambiado, y nuestra relación iba a cambiar.

¿Cómo había cambiado ella? Me sorprendió completamente. La fiera salvaje que llevaba dentro quería salir este nuevo curso.

-¡Este año no voy a faltar a ninguna fiesta, y quiero liarme con muchos tíos! - decía ella.

Y yo encantada de la vida, pues soy una fiestera profesional.

El caso es que el primer mes transcurrió genial. Ahora nos parecíamos aún más, compartíamos más emociones y experiencias, ¡empezamos a ser uña y carne! Y todo sin haberlo planeado.
Y a mí, obviamente, cada día me gustaba más, y más, y más. Me estaba volviendo loca, porque el curso anterior al menos no pasaba tanto tiempo con ella, ¡pero este nuevo curso empezamos a estar casi todo el día juntas! Así imposible no sofocarse. Y, además, ya terminé del todo con la que era mi novia.

Pero yo sabía que no tenía ninguna posibilidad con ella, pues era hetero.

La cuestión es que su filosofía sexual era que ella era virgen y eso le suponía un problema, pues cada vez que se liaba con un chico le entraban ganas de llevárselo a la cama, pero no quería que su primera vez fuese con cualquiera, ella quería que fuese con un chico especial y en confianza.

Entonces llegó una noche de fiesta tras un mes y medio de curso, y sucedió. No, nos acostamos, pero ella por fin tuvo la experiencia lésbica que quería: nos besamos.
Waaa!! Yo flipé totalmente, ¡después de tanto tiempo!

Fue muy salvaje, tal como me gusta. Ella dejó claro que tan solo lo hizo por vivir la experiencia lésbica, aunque para mí fue mucho más que ''una locura de amigas''.
Claro que ella no sabía nada de lo que sentía por ella.
Lo que me sorprendió es que pareció que, si no hubiese sido porque estábamos en un lugar público, podríamos haber tenido sexo, pues ella estaba muy muy caliente y se frotaba contra mí, y yo empecé a masturbarla a través de su pantalón. Al final acabamos tiradas en el suelo besándonos y frotándonos. Pero ahí se quedó la cosa.

¿Y luego? Pues luego todo volvió a ser como antes. Eso sí, tardamos una semana en volver a hablar como siempre, y otra más en hablar de lo que sucedió.

Pero claro, ella lo veía todo con una visión muy heterosexual. Ésa fue su experiencia lésbica, ésa fue su excepción dentro de su normalidad heterosexual. Y yo que no dejaba de recordar una y otra vez aquella noche, y fantaseando con el qué hubiera ocurrido si hubiésemos estado en un lugar íntimo.

Y comenzamos a ser aún más amigas. Muy íntimas. Todo seguía siendo jodidamente igual.
Me moría por otro beso suyo.

Entonces llegó, como en toda historia, el malo de la película.

A ella le empezó a gustar un chico de la residencia en la que estábamos. Este chico era aparentemente un chico muy tímido y sensible, y además atractivo, de tal forma que hasta a mí me atraía en cierto modo.

A él también parecía que le gustaba ella, así que la atracción era mutua, con lo cual yo empecé a molestarme un poco, pero bueno, ahí estaba yo dándole consejos a mi amiga para que pudiese tener un encuentro con él.

Ella estaba todo el día hablando de él, y como sabréis, mi situación era más que triste.
Y ella no se enteraba de nada de lo que yo sentía.

El caso es que transcurrió un mes, y un día yo estaba un poco enfadada con ella por una cosa, pero aún no se lo había dicho. Ese día no la ví hasta la noche, en una discoteca de esta ciudad. Cuando la vi ella intentaba bailar conmigo como suele hacer siempre pero yo no me encontraba de humor ese día.

Así que decidí ahogar mis penas en alcohol, y comencé a estar de mejor humor, así que comencé a intercambiar algunas palabras con ella de forma pacífica.

En uno de esos momentos, ella de repente me besó. Yo me quedé completamente sorprendida. Y claro, a partir de ahí comenzamos a coquetear y a besarnos delante de todo el mundo. A todo esto, cabe decir que ella no quiso contarle a nadie que nos besamos hacía un mes atrás.

Bueno, pues mientras tonteábamos y tal me dijo en cierto momento:

-Oye, vamos a coger un taxi y nos vamos a mi habitación.

Yo flipé. ¿Qué me estaba proponiendo con eso? ¡En seguida le dije que sí!

Y sucedió. Sí, esta vez sí. Nos acostamos. Y fue su primera vez. ¡Conmigo! Fue tan salvaje...

Aquella noche fue genial, mas lo que hubo después no lo fue porque, tal y como la otra vez, ella volvió a considerarlo un acto de ''amigas'', porque ella seguía siendo ''heterosexual''.

Entonces fue cuando comencé a volverme loca. Ella, tras suceder esto, al principio se comportó de forma extraña. Justo al día siguiente no me miró a la cara ni un solo momento. Después estuvo tres días sin a penas hablarme, ni yo a ella. Nos daba mucha vergüenza creo. Pero claro, cuando le dije que quería hablar con ella, actuaba con total naturalidad negando la distancia que había surgido entre las dos.

-Es que he estado muy ocupada...

Y lo que es peor, me contó que al día siguiente de haberse acostado conmigo se había besado con el chico que le gustaba, y que habían empezado a quedar y tal.

¿Por qué tuvo su primer sexo conmigo siendo heterosexual? ¿Por qué no con un chico? ¿Por qué?
Ella me respondió que esa noche la puse caliente, que ella estaba borracha y le influyó en la calentura, pero que sin estar borracha ella me veía como una amiga y nada más. Y que su primera vez la tuvo conmigo porque tenía mucha confianza conmigo y que no conocía a ningún chico con el que tuviese tanta confianza. Había tenido su experiencia lésbica completa y ya no le hacía falta más.

Yo, no contenta con esos argumentos, le dije parte de mi verdad hacia ella. Le dije que a mí ella sí me ponía caliente cada día.

Y entonces la cosa fue llendo a peor. Ella se distanció un poco de mí, o al menos eso sentía ya que según ella la distante era yo. La verdad es que ambas teníamos razón. Yo, desesperada, le confesé que me gustaba de verdad, que sentía cosas por ella, y obviamente no me correspondió.
Ella cada vez estaba más colada por el chico ese, con el que había empezado a hacer sexo oral y masturbatorio.

El caso es que no realizaban la penetración porque ella era virgen, y aún tenía el hímen en su vagina. No le cabía ni un dedo, y por lo que se ve este chico tuvo muchas oportunidades de abrírselo pero no lo hizo porque a ella le dolía.

Pero claro, para eso estaba yo, ¿no? Porque al mes, de nuevo, ella y yo nos volvimos a acostar borrachas. Y sí, fue a mí a quien le pidió que le abriera... eso. ¿Por qué no a él, si
es con quien mantenía relaciones sexuales? ¿Confiaba más en mí que en él?

Me volvió otra vez loca. Esta vez de verdad, porque ya no entendía que siguiese excusándose en el alcohol para decir que le pongo caliente. Según ella, tan solo le ponía caliente si se emborrachaba. ¡No lo entendía!

Así que, tras intentar superar otra vez días de distancia, conseguí estar a solas con ella. Y le propuse tener encuentros sexuales sin estar borrachas. Ella, en esos momentos, estaba en crisis con el muchacho, pues éste tan solo la quería para sexo mientras que ella estaba empezando a quererle. Así que me dijo que nunca se lo había planteado y que se lo pensaría.

Pareció que le gustó la idea, pero volvió a estar bien con el muchacho (aún sabiendo que éste solo quería sexo) y a los pocos días me dijo que no. Y tras decirme que no, se mostró, de nuevo, distante.

Realmente me esperaba que me dijese que no, pero tenía que intentarlo. Ella y yo teníamos una relación súper estrecha, de confianza, sinceridad, y cariño. Así que proponerle eso no iba a dificultar nuestra relación, aunque me dijese que no, pero ella pareció que no le gustó rechazarme porque no quería hacerme daño.

Y entonces llegó la fiesta de Navidad, una fiesta que realiza la residencia antes de irnos todos a nuestras casas, en la cual me comporté muy mal con ella, con muchos celos, entre otras cosas, y por si no era poco, le hice sexo oral al chico que le gustaba.

¿Por qué lo hice? No quiero ni saberlo. Quizás porque me atraía un poco el chico, o quizás porque... los veía a ella y a él besándose en el centro de la pista de baile y quería destrozar aquello. El caso es que lo conseguí, pues le conté a ella lo que hice mientras que el chico no le contó nada y quedó como un mentiroso.

Ella me perdonó todo, dijo que no se iba a enfadar conmigo pero que el dolor y la decepción la llevaba dentro. Por supuesto dijo que no quería volver a tener nada sexual conmigo nunca más, solo amistad.
Al volver de Navidades ella estaba fría conmigo, pero no enfadada, sino simplemente desconfiada y dolida, aunque nunca me lo llegó a decir. Me lo dijo un amigo nuestro que tenemos en común, que había hablado con ella y que ella le dijo que no quería hacerme daño, que ella ya no iba a acostarse nunca más conmigo porque para ella tan solo fue una experiencia sexual que quería probar y ya la había probado, y que la amistad era lo mejor para ambas.

El caso es que yo me sentía fatal, estaba completamente destrozada pero poco a poco fuimos recuperando de nuevo la confianza de tal forma que nuestra relación se hizo aún más fuerte que nunca. Ella volvió lentamente a confiar en mí, y yo logré superar todas las cosas malas que hice por ella, mejoré, cambié, y ella lo percibía.

Y así hemos estado estos últimos meses, más unidas que nunca, nos hemos contado cosas mucho más personales, familiares, filosóficas, etc. Ella ha dejado de tener ningún tipo de contacto con el chico de antes, pues era una mala persona. Hemos estado de nuevo pasando casi todo el día juntas, ella y yo hemos estado siendo muy felices con esta nueva conformación que ha adquirido nuestra relación hoy en día.


Hasta que nos volvimos a acostar. JÁAAAAAAA!!!

Y ya de qué me voy a sorprender. Sucedió hace 3 semanas, y la verdad es que he sentido como si no hubiese sudecido. Ya tuve una época de estrés debido a este comportamiento propio de ella de acostarse conmigo borracha. Pero qué quieres que te diga, la verdad aún sigo dándole vueltas.

¿Qué hago ahora? Ése es mi problema. Tanta historia era para que comprendiérais mejor la situación. De esto último que ha sucedido no hemos hablado NADA, sucedió y al día siguiente tan normales, al contrario que anteriormente que había días de distancia.

Hemos seguido tan unidas como siempre, ella y yo tenemos una relación muy especial y, es que encima, sentimos esa atracción sexual mutua (al menos cuando se emborracha).

Todos mis amigos me han propuesto que me lance a ella cuando ninguna esté borracha. Paso mucho tiempo con ella, puedo hacerlo en cualquier momento, pero es que... ¡es extraño! En primer lugar porque no quiero volver a fastidiar nuestra relación, ni hacerle pasar un mal momento si me rechaza... En segundo lugar, ¡nunca hablamos de las dos! Es decir, nunca hablamos de ella y yo, hablamos de mil cosas pero nunca hablamos de qué significa esta relación para nosotras, ni de los momentos sexuales que hemos vivido, ni siquiera bromeando... No sé cómo plantarle un beso, nisiquiera sé cómo empezar a insinuarle ya que siempre hemos estado encajadas en una relación de amistad, pero cuando bebemos... Sí que hablamos de las dos, de nuestra relación, de nuestros momentos sexuales, y entonces es todo mucho más ligero.

Cabe decir que tanto ella como yo somos muy tímidas en ese sentido, pero tan solo para iniciar cosas, no para seguirlas...

No quiero que me rechace, pues ella siempre me ha dejado claro que solo siente amistad por mí, pero que cuando se emborracha...

No sé si es que eso es cierto y debo dejarla en paz, o simplemente tiene un sentimiento reprimido hacia mí (ya sea sexual o sentimental) que necesita ser sacado en un momento de valentía no alcohólica.
 
Antiguo 08-Apr-2015  
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Bueno dos cosas


eso me recordo a un conocido que me dijo que era "heteroflexible" y se cogia maricones.


Evidentemente la chica quiso probar y salir de dudas y salio contigo.

Fin del asunto..


ayy si Franco levantase la cabeza....
 
Antiguo 08-Apr-2015  
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Igual ha sido, esa experimentacion tipica que se sufre siendo joven, y que cuando eres mayor dices...."ya lo probe y no me gusta".....me refiero...a cuando eres mas mayor.....

Quizir, que conste que yo nunca he probado a pasar la ultima frontera...
 
Antiguo 08-Apr-2015  
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Yo salí con una chica así. Mi consejo por experiencia propia: no te enamores y tómate esto como se lo toma ella, un juego. Si es lesbiana no saldrá del armario (por lo que parece...) y si es hetero, sólo va a querer probar contigo. Pero si es por saciar su curiosidad, a todos os digo, que no prueban 28824 veces. Si ha repetido, es porque le ha gustado.

De todas formas, suerte.
 
Antiguo 27-Apr-2015  
usuario_borrado
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No importa si es heterosexual o lesbiana de closet. Si no que te usa como una folloamiga. Eso me recordó una frase de Woody Allen:

"El sexo sin amor es una experiencia sin sentido, pero comparado con cualquier otra experiencia sin sentido, es bastante bueno, maldita sea

Es alguien con quien además de una amistad, se tienen relaciones sexuales BAJO ACUERDO DE QUE NO EXISTIRÁ NINGÚN TIPO DE COMPROMISO AFECTIVO.

Las reglas del juego cambian. Se pasa de ser amigas a ser AMANTES, y eso lo CAMBIA ABSOLUTAMENTE TODO. ¿Por qué? Más que nada, porque no tenemos un botón “Modo amiga” y un botón ” Modo amante” para poder conectarlos y desconectarlos a nuestro antojo. La diferencia entre tener una amiga y tener una persona con la que te acuestas, es la EXCLUSIVIDAD. A los amigos no nos importa compartirlos con otras personas, a nuestros amantes, por lo general , sí.

El cocktail químico que producen las relaciones sexuales, hacen que nos “enganchemos” . Esto no se produce en la amistad. No ver a un@ amig@, no nos produce síndrome de abstinencia y obsesión. La oxitocina (hormona del amor) que generan las relaciones sexuales, hace que se fortalezca el vínculo de apego y la dopamina hace que se activen los circuitos de recompensa. Puede ocurrir perfectamente que uno de los miembros (generalmente la mujer, que es más emocional y no tiene tan compartimentado amor y sexo como los hombres), o los dos, se acaben enamorando y rompiendo el acuerdo previo. Si son los dos, perfecto. Pero ¿Qué pasa si uno se enamora y quiere compromiso y la otra no? Las cosas se pueden complicar bastante.

Si lo que quieres es amor más que sexo no firmes el contrato que no estás dispuesta a cumplir. Recuerda que los sentimientos no se pueden manejar a nuestro antojo. Una vez que cruzada la línea de amiga a amante, la situación se vuelve incontrolable.
 
Antiguo 27-Apr-2015  
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Buenas noches,


Considero que ella te trata como follamiga. No tiene sentimientos hacia ti más allá de la amistad. Sea lesbiana, hetero o bisexual, le atraes mucho sexualmente pero no quiere una relación sentimental.

Una vez que asumas éso, puedes decidir:

1.- Seguir a su lado disfrutando del sexo (si puedes distanciarte psicológicamente de ella).

2.- Seguir a su lado disfrutando del sexo y de las migajas que te da, insuficientes para ti mientras enloqueces más.

3.- Armarte de amor propio, pasar de ella y a otra cosa mariposa.
 
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