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Ya que soy muy extenso en mis temas, lo reflejare en esa simple frase del título, porque siento que esa es la conclusión a la que puedo llegar tras tiempo de no haber concretado una relación, saber que no soy feo realmente, que mi personalidad no es tan repulsiva como causar ganas de rechazarme ¡En fin!
Es como cuando en un videojuego hay de esas gemas o frutos que te los puedes encontrar a lo largo del juego y que si combinas 2, te dan un arma o una poción especial. El problema va a radicar en que para encontrar una súper arma o una súper mágica y especial poción tienes que combinar una gema o fruto raro que te encontraste, con otro fruto o gema rara que difícilmente en el juego la encuentras. Lo mismo pasa conmigo y seguramente les pasa a muchas personas en sus relaciones interpersonales, no sólo me refiero a tener pareja.
Veo en facebook y muchas chicas son tan distintas a mi, en mi escuela, en la calle, escuchando lo que dicen, lo que hacen, sus estilos de vida, sus ideales. Naturalmente a mi edad podría decir "bueno, soy joven y me falta mucho por recorrer" pero a quién engaño, no he logrado enamorar a nadie, y si a alguien le guste, no le llame suficientemente la atención o no me llamo la atención como para decir "oh, lo hubiese pensando más o lo hubiera intentado". No es desesperanza como tal, sino que irónicamente me siento de esos casos 1/100 que pasan por algo específicamente raro. Como cuando no estudias y el profesor te pregunta a ti.
Me llama la atención una chica que conocí en internet, la quiero conocer en persona, veo potencial de que congeniemos, pero está tan hundida en su abismo de inseguridades, que me planteo mejor dejarla a un lado, también soy humano y me harto.
Congeniar no es lo mismo que coincidir en gustos. Yo soy quien soy, no voy a cambiar para que una chica me acepte, salvo en cosas para mejorar una potencial relación, "defectos" que bien podría arreglar, pero no mi personalidad, no lo que construí con tanto esmero... si ese es mi "pecado", está bien, me resigno a estar solo, pero al menos sabré que siempre fui auténtico, que fui yo mismo.
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