Cita:
Iniciado por Danteojos
Yo pienso que si de verdad has amado una persona, por mucho que a la postre las circunstancias te hayan llevado a romper con ella, lo natural es que con el tiempo tengas interés en saber cómo está, cómo le va la vida, cómo se siente… Es algo humano, digo yo. En mi caso, siempre he intentado llevarme bien con las personas a las que en un momento de mi vida llegué a amar, y de hecho soy amigo de todas ellas, excepto de la última, cuyo orgullo herido le llevó a no querer saber nada más de mí, hasta el punto de convertirse en una maleducada que ni siquiera me dio las gracias cuando le felicité por su cumpleaños, lo que a su vez me llevó a borrarla de mi lista de contactos. Pero con las otras me llevo bien, ¿por qué tendría que llevarme mal?, y nos escribimos o llamamos de vez en cuando para saber de nuestras vidas, e incluso si se tercia podemos vernos para tomar algo y charlar sin problema alguno.
Otra cosa es cuando la ruptura vino motivada por malos tratos de cualquier índole, ya fueran físicos o psicológicos, o si hubo insultos continuados que propiciaron un resentimiento ya difícil de superar. Pero si no es así, insisto en que lo natural sería que siguiese habiendo un cierto afecto entre las personas que se amaron, afecto que hace del todo lógico y normal que de vez en cuando se saluden o intercambien cualquier tipo de correspondencia.
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Eso sería lo lógico, Danteojos. Desgraciadamente no es así en la mayoría de los casos.
Es digno de elogio que tú, siendo la parte que deja, hayas procurado mantener el señorío y dar la opción a una amistad. Pero en mi experiencia, eso no suele suceder casi nunca. Me explico.
El mayor porcentaje de rupturas no se produce por malos tratos, ni por violencia verbal, sino simple y llanamente por falta de amor. En los tiempos del
fast-food, fast-love las relaciones son algo muy fútil que se quiebra por el motivo más insospechado, aunque generalmente tiene mucho que ver un tercero. Y al ser eso así, la interesada/o (lo de poner el sexo en este orden no es casualidad, siento tener que hacerlo así) no suele tener muchas ganas de volver a contactar con aquel a quien deja.
El motivo es muy simple: es muy desagradable volver a tener contacto con alguien a quien has dejado sin que te haya dado motivos para ello. Es duro volver a ponerte en presencia de quien has dejado por un físico peor al del nuevo candidato, por no tener un Audi TT como el de tu ex, por no acceder a caprichos, por no ser aventurero y dejarte una pasta en viajes. Por no soportar la rutina. Por no descubrir el juego a dos, y hasta a tres bandas, que ha precedido a la decisión. Por no superar la fase de limerencia perpetua en la que se educa hoy a las nuevas generaciones.
Y entonces lo mejor es no volver a tener contacto, para no sentir la punzada de la culpa por la actitud propia.
Esto que te cuento lo he vivido yo no una vez, sino tres veces. La última de ellas la más dolorosa. Y no lo cuento porque necesite curación ninguna, sino para que sirva como ejemplo. No he vuelto a tener contacto con ninguna de mis ex parejas porque para ellas hubiera sido demoledor tener que enfrentarse a mi presencia después de lo que hicieron: dos infidelidades y un abandono después de previo uso. Si están con otra persona es doblemente duro, porque no se arriesgan a poner en peligro esa relación por saldar deudas con lo que dejaron atrás, así que prefieren desaparecer o dejar que desaparezcas tú, y si pueden dejarte en mal lugar para acallar la conciencia, mucho mejor. Así no escuchan fantasmas a los pies de la cama.
La figura del amigo/a que asesora en el tema también está presente. Normalmente sirve para exorcizar ante la mala acción.
Y no vuelven nunca.
Por eso me parecen arriesgados e incluso contraproducentes los consejos del tipo "
cómo recuperar a tu ex en treinta días". Porque inducen a los afectados a pensar que la decisión de volver o no con la persona que quieren está en su mano, y no es así. Alimentar esperanzas de algo que por lo común no las tiene es innecesario y hasta cruel
culposamente (en contraposición al dolo, que entre picapleitos nos entendemos).
Esto, lejos de ir a menos, va a ir a más a menos que entre todos nos pongamos las pilas para cambiar la sociedad. Entretanto, aún quedan muchos cadáveres emocionales que esparcir por las cunetas, por desgracia.
Espero que despertemos de la inconsciencia algún día.
Modo Híbrido
