|
Una cuestión que considero poco discutida, pero que vivo y observo, es la desexualización que experimentan los hombres heterosexuales, especialmente aquellos que enfrentan dificultades para establecer una pareja. Esto conlleva a que lleven vidas notablemente desexualizadas, otorgándoles un espacio limitado para ser un sujeto deseado al ser el sujeto en acción.
Sencillamente, no obtenemos validación de nuestra sexualidad; hablo en términos generales. Raramente recibimos halagos por nuestra apariencia o sensualidad, a menos que encajemos en un atractivo construido según las preferencias de las mujeres, lo cual frecuentemente establece un estándar muy alto.
Parece que muchos hombres ni siquiera son considerados físicamente atractivos o seductores por parte del género femenino, quienes tienden a enfocarse en la personalidad. Esto limita el espacio para desempeñar el papel de sujeto de deseo pasivo ante las mujeres.
También está el hecho de que las mujeres rara vez toman la iniciativa en las interacciones con los hombres, y algunas parecen esperar que sean los hombres quienes lideren la escalada sexual, especialmente en las primeras etapas.
Siento que el patrón cultural es el de cortejar, halagar y propiciar que la mujer se sienta atractiva, pero se espera que yo me sienta deseado solo porque ella está presente. La única validación que obtengo es si ella me acepta, es decir, se basa en mis habilidades y en lo que puedo ofrecer. Me resulta complicado sentirme bien o sensual simplemente por ser yo mismo. En cualquier caso, la atracción de una pluralidad de hombres se construye; no es un rasgo innato, al contrario de lo que parece suceder en el caso de las mujeres. En resumen, a menudo se nos niega el sentimiento de valía sexual basado en nuestra apariencia física real, no en la imagen que algunos puedan pretender proyectar.
|
Modo Hilado