El amor de mi vida es la vida misma. El sustento, la conciencia; el conocimiento, sentir, respirar. Apreciar que existen elementos que perdurarán a lo largo de generaciones.
El resto son ilusiones. Los amores románticos son interesados, frágiles y con fecha de caducidad. Los hay más bonitos porque quizá pecaron de ser cándidos, inocentones. El resto son soberanas castañas.
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