Por desgracia no se trata solo de como veamos las cosas. Hay un gran factor biológico implicado en la causa de que con la edad, la vida vaya perdiendo emoción.
El cerebro va sufriendo modificaciones en su estructura según vamos envejeciendo y eso va generando diferentes cambios de percepción.
El primero de ellos es la percepción del tiempo. Todos habremos escuchado un montón de veces la expresión "Ya veras lo rápido que pasan los años cuando llegues a cierta edad". Pues resulta que biológicamente hablando, nuestro cerebro va percibiendo el paso del tiempo como más rápido según vamos envejeciendo.
El segundo motivo es hormonal. Cuando somos más jóvenes nuestro niveles hormonales están en pleno auge, y esto hace que percibamos las cosas de una manera mucho más emocionante de lo que realmente son. Con el paso de los años, los niveles hormonales van descendiendo y regulándose, lo que hace que percibamos las cosas con menos emoción.
Seguro que a todos nos ha pasado recordar una película de la infancia o la juventud como una obra maestra, divertidísima, y cuando volvemos a verla una segunda vez por nostalgia, y a mayor edad, no nos parece tan genial.
Y por último lugar, el cerebro es especialista en almacenar experiencias nuevas, por lo que si una experiencia se repite una y otra vez casi a diario, se limitará a almacenar lo más relevante y la parte repetitiva de la experiencia se obviará, para reservar espacio para experiencias nuevas y no llenarlo con algo que hacemos a diario.
En fin, es así por desgracia. Al final toda nuestra juventud queda en un idealizado recuerdo que rememorar cuando estemos viejos y sentados en un sillón y nos invada la nostalgia de lo que una vez fuimos, y que ya, nunca volveremos a ser.
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