Lo normal, salvo contadas excepciones, es que si una persona tiene los suficientes recursos económicos para independizarse de sus padres, lo haga.
Ahora bien, la precaria situación laboral que viven actualmente muchos jóvenes en este país hace que forzosamente deban seguir viviendo con sus padres.
Por cierto, mi hijo de 25 años continúa viviendo conmigo, ya que no le queda otra. Y, ojo, yo encantado.
|