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La primera vez que la vi me dijo "Hola guapísima", con una sonrisa de oreja a oreja. Y fue un buen momento para detestarla, supongo que por ser demasiado perfecta.
La vi otra vez... Clavó su mirada en la mía, y ya está. Caí. No había hablado con ella. No sabía nada de su vida. No sabía más que ella sería la que me sacaría todas las muelas del juicio, puntos incluídos.
Nos vimos unas 7 veces. Tiempo suficiente para que todo esto fuera creciendo. Me lanzaba miradas fijas, me acariciaba el brazo, me pidió un beso en la mejilla por hacer tan bien su trabajo, y me abrazó con un pretexto innecesario.
Sus ojos achinados los tuve tiempo en mi mente. Su sonrisa aún la recuerdo. Sus dedos acariciando mi lengua mientras me preguntaba si la tenía dormida todavía están presentes. Ese tiempo en que me acompañaba a la puerta como no hacía con otros pacientes, se esperaba a que me fuera y me guiñaba un ojo mientras me sonreía, imposible olvidarlo. Esas sonrisas innecesarias cada vez que nos veíamos eran irreproducibles. Y sus frases buscando mi aprovación, del estilo "los planes están para romperlos", sencillamente geniales.
La segunda vez que la vi, era ayudante del cirujano. Me sacó una muela del juicio... Al día siguiente, al llegar a casa, mi abuelo me dijo "te ha llamado una dentista para ver como estabas... Pero no ha dicho quien era". Solo estaba ella... Pero me quedaré con la duda.
Y no la veré más. Se terminaron las consultas y probablemente me quedé con las ganas de saber qué sentía, aunque lo más probable muy a mi pesar es que sea nada. Las dos somos muy femeninas, lo que por desgracia lo dificulta todo aun más...
En fin, que creéis??
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