Ex. Todos tenemos uno, o varios, según la suerte.
"Podemos seguir siendo amigos" se suele decir cuando dejas a alguien. O cuando te dejan.
Con esa frase nunca terminas de dejar a nadie si la sigues al pié de la letra.
Ser amigos, con todo lo que ello implica. No os engañéis, no se puede. Nunca conseguirás ver como un amigo a un chico que te ha hecho volar, que te ha hecho sentir toda la magia que había en el mundo, que te besaba como nadie ha conseguido besarte nunca.
Yo estoy inmersa en un juego. Con él.
No es siempre, podemos estar meses enteros sin jugar. Miradas, frases cargadas de sobreentendidos que en el fondo quieres creer que malinterpretas. Pero sabes que no.
Son como un virus que se instala en la cabeza durante días y no sabes qué hacer para pararlo.
Él quiere jugar, y tú también.
Nunca sabes hasta dónde podrás llegar. Se mira pero no se toca.
Es típico de los ex volver a tantear el terreno contigo aprovechando la amistad cuando se sienten solos, y sobre todo cuando ven que tú no lo estás, y que aunque le juraste que sin él te ibas a morir, no solo no te has muerto sino que eres feliz.
O eso crees.
Entonces le entra la duda acerca de si serás más feliz de lo que él pudo hacerte. Y te tienta.
Te dice que bailes con él. Sabes que su amor es mortal, que algún día te traerá a la ruina ese juego si pierdes la partida.
Pero bailas. El juego es adictivo, sólo hay que mantener la calma.
Mantener la calma cuando oyes un mensaje, y es él. El corazón parece que se te va a salir del pecho. Te tiemblan las manos y la voz al hablar.
No puedes dormir, porque te sientes culpable. Tienes pareja, eres feliz, no entiendes por qué sigues jugando, por qué no lo puedes evitar.
¿Es despecho?
Te sorprendes pensando que lo dejarías todo por él. Que te gustaría parar el mundo por unas horas, y que sólo él y tú pudierais moveros a vuestro antojo y dar rienda suelta al deseo.
Te asustas. Corres a los brazos de tu pareja y vuelves a autoconvencerte de que eso es lo mejor, que no merece la pena dejar algo estable por un sueño que se irá, porque no puedes retener entre tus manos mucho tiempo un puñado de arena.
Pero por otro lado, ese juego es lo que hace que te mantengas viva. Que salgas de la rutina y la ilusión invada tu cabeza. Piensas "a lo mejor un día, una aventura, nadie lo sabrá"...
Pero él no te deja que pienses eso. Si lo haces, se acabó el juego.
Y tu... no quieres (y no puedes) dejar de jugar....
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