Si, treinta y un días hace desde el día D.
Oscuridad, silencio, desolación. La mirada perdida en la nada, porque nada hay...paso a paso se va consumiendo la esperanza de encontrar lo esperado, por más que camines por la tierra árida, tan sólo hallarás despojos, matorrales quemados, restos de lo que fue un día la civilización. Camino como puedo entre todo ese paisaje dantesco y , casi a tientas, quiero aferrarme a algo. Dios mío, no tengo fuerzas para dar un sólo paso, me tiemblan las piernas y me aferro como puedo a una rama carbonizada.
Estoy de rodillas, me miro...no me veo y pienso:
-Treinta y un días han pasado, si bien parece que hubiera sido una eternidad...no me reconozco ni a mi mismo, ni a este...sitio, oscuro y frío donde agonizo y que un día dicen fue mi hogar. No entiendo nada...
Se preguntarán qué es esto, ¿el final de una guerra nuclear? ¿el fin del mundo?
No. Es, simplemente el interior de mi corazón. Así de simple.
|