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Es tarde, pero no me quiero dormir sin encontrar antes la respuesta de por qué cuanto más quiero odiarte, menos puedo hacerlo. Sé que es lo típico; cuanto más quieres olvidar, más recuerdas.
Pero no lo entiendo, y la cosa esta rara que tengo dentro tampoco lo entiende. Ni mis ojos lo entienden, que no sé por qué se ponen contentos al acordarse de ti y un minuto después se quedan vacíos y tristes. Ni mi cabeza, que se vuelve loca de repente y hay veces que se olvida de que existes y veces que hasta la cosa más tonta le recuerda a ti.
Pero, ¿por qué? Si no hay días a tu lado, ni recuerdos, ni nada que se le parezca. Alguno que otro día por ahí suelto, sin mayor importancia. El problema es que tengo grabadas cada una de las palabras que pronunciamos en esos días tontos. Y... por dolerme, me duelen hasta en el alma.
¡¡Qué tonteríaaaa!! Pero aquí sigo, cinco menos veinte de la mañana, y como una imbécil dándole vueltas y vueltas a la cabeza.
¿Obsesión? ¿Engaño? ¿Salvavidas?
Ya me pierdo. No sé exactamente cual de las tres opciones me hace más daño... Si pensar que todo es una obsesión sin sentido (aunque siempre he dicho que las obsesiones a mí no me duran tanto), si pensar que simplemente me engaño a mí misma viendo cosas donde no las hay, o si solamente te estoy utilizando para encauzar mi cabeza entretieniéndola con algo en que pensar. Lo curioso es que creo que por mucho que lo pienso, la única idea que me alegra y me hace mantenerme viva, es la fiel idea de que ni es obsesión, ni es engaño, ni es salvavidas. Solo que sea otra cosa... Me da igual cual, pero otra cosa.
Alomejor solo eres la bola que no sale de mi garganta... Bueno, esa que a veces baja al estómago y se hace graaande grande. Pero eso sólo pasa realmente cuando me acuerdo de ti un poquito. Como siempre, solo un poquito.
Es que... es instantáneo. Si suena una canción que por cualquier extraña razón me recuerde a ti, ya podía tener la mayor sonrisa en la cara, la mayor felicidad en el cuerpo, las mayores ganas de bailar!! que todo se va sin dejar rastro alguno. Como si alguien me vaciara por dentro y me dejara tan... No se, tan sola. Tan sin mí misma.
O como cuando me paro yo sola como una tonta y me quedo embobada sin formar parte del mundo acordándome de cualquier tontería tuya... Y me regaño, me enfado conmigo misma y me repito mil veces que no me tengo que acordar... Porque me hago daño. Es como que el corazón se exprime y se hace tan chiquitito que casi ni lo noto. Y los puños se me cierran solos y se aprietan con rabia. Y mis ojos se van a otra parte. Y... Por eso no quiero acordarme. ¿Lo entiendes?
O como cuando ni yo misma me doy cuenta de que estoy pensando en ti y de repente alguien que se da cuenta de la cara de tonta que puedo llegar a estar poniendo, me dice: "saaaara...." y yo solo sonrío, dando a entender un: "vale, lo siento... ya paro" porque a decir verdad, sonrío por no llorar. Y también sonrío porque no tengo ganas de hablar cuando la bola esa se hace grande. Porque cuando la bola se hace grande, llorar es demasiado fácil al hablar.
Y yo hace ya mucho tiempo que me prometí que llorar no estaba entre mis planes... Y que las tardes torturándome con canciones y recuerdos y mi helado, mi cuchara, mi vacío y tu "no" se habían terminado...porque por un momento pensé que no saldría. Que la monotonía de una tarde, tras otra tarde, tras demasiadas noches abrazándome a la almohada pues... decidí que había terminado.
Desde ese día llorar me cuesta más. Porque quiero ser fuerte. Y porque sé que lo soy.
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