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Antiguo 30-Jun-2013  
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Hay personas que creen que las cosas deben durar para siempre y no entiende que si la vida no dura para toda la vida, entonces las cosas que la vida contiene tampoco pueden durar para toda la vida. También estas personas suelen vivir como si no tuvieran memoria no recuerdan que hubo situaciones en sus vidas que empezaron ,que terminaron , no recuerdan que en algún momento un padecimiento fue tal y luego dejó de serlo y entonces sucede que muchas personas viven determinadas situaciones de sus vidas como una catástrofe, como algo que nunca va a pasar, como si ese dolor viniera y se instalara para siempre, como si no pudieran recordar que alguna vez pasaron por algo similar o por un dolor semejante y esto también pasó…

Cierta vez había un pintor muy enamorado de una mujer, de tal forma estaba enamorado que ella era continuamente su inspiración. Amanecía con los ojos encendidos de amor y cuando la miraba a su lado renacía cada vez el deseo de pintar y volver a pintar, sus colores se encendían por la belleza de sus sentimientos. Un día cuando el sol comenzaba a iluminar su atelier despertó y vio que su mujer, aquella mujer a la que tanto amaba ya no estaba su lado… bueno no era costumbre de él estas situaciones, así que se levantó y empezó a buscarla y sobre la mesa encontró una carta que decía – “Me voy y ya no voy a volver nunca más, he dejado de quererte” . Creyó que enloquecía, desesperó, comenzó a tirar cosas contra las paredes y se sumió en la más profunda de las depresiones de un momento para el otro. Empezaron a pasar los minutos y las horas y también los días… y no comía y no tomaba agua y no vivía.
Cuando ya su cuerpo comenzaba a debilitarse gravemente recordó que había un monje no muy lejano en un monasterio que había conocido cuando niño y que siempre tenía una respuesta para cuestión que él le planteara y con pocas fuerzas, pero con un hálito de vida tomó un tren que lo llevó a aquella vieja estación, al bajar caminó hacia el monasterio y cuando entro a los jardines de aquel lugar vio de espalda caminando a aquel monje, lo reconoció por su andar, sí apenas lo vio, se acercó a él presuroso y cuando estuvo allí, con su barba crecida, sus ojos decaídos, con su pelo desgreñado se puso adelante del monje a quien le resulto un rostro algo conocido pero muy desdibujado. Le contó su historia, le contó de su dolor, le contó de su pérdida, le contó desesperadamente de su ansiedad por recupera a aquella mujer y de su desesperación por sentir que ya no volvería nunca más, y cuando le hubo contado todo esto esperó una respuesta, ávido con la necesidad de aquel que no tiene otra opción en la vida que lo que va a escuchar. El monje lo miró a los ojos, puso una mano sobre el hombro de aquel desvalido pintor y le dijo – “Esto también va a pasar”. Desconcertado, desconcertado por esta respuesta no encontrando que ella le sustentara nada del dolor que sentía se alejó ya con el pensamiento dirigido hacia la mismísima muerte. Tomó aquel tren, llegó a la estación de su pueblo y cuando bajo por las escaleras se topó intempestivamente con una mujer, la que se le cayeron las pertenencias en ese encuentro por ese choque, ambos se agacharon a levantar las cosas y cuando se miraron quedaron perplejamente enamorados, nunca se habían visto en la vida pero sintieron que se conocieran desde siempre y desde ese momento, desde ese preciso instante no se separaron nunca más. Él entonces una mañana también comenzó a comprender lo que aquel monje le había dicho y entonces sintió el deseo, la obligación de volver a verlo y de contarle todo y de decirle cuánta razón tenía. Así que tomó aquel tren, llegó a aquella vieja estación, entró por los jardines del monasterio y fue en busca de aquel hombre y cuando lo encontró con desesperación, ya sin barba con los ojos llenos, colmados de amor, le contó toda esta historia, le contó de la sabiduría que ese monje tuvo cuando le dijo aquello que él no pudo comprender y espero al terminar ávidamente una respuesta, el monje lo miró a los ojos , puso una mano sobre su hombro y le dijo – “Esto también va a pasar…”

Uno no debe sumirse en la peor de las sensaciones y de las desgracias cuando pierde algo ni tampoco en la mayor de las euforias cuando lo conquista porque las cosas en la vida, como la vida misma siempre pasan.


- D. Martinez
 
Antiguo 30-Jun-2013  
Usuario Experto
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Pues, puede que pasen...o no. Pero ante una adversidad o un fracaso, hemos de saber reaccionar.
Y si pasa tiempo y no lo superamos, hemos de saber también buscar ayuda. Pues aunque una vida individual se halle anclada y bloqueada, el mundo gira, los años pasan y la vida es corta.
 
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Al final todo pasa duda que le pasa? Consejar chicos sobre todo Todo viento en POPA... y de repente. Todo destrozado que me pasa?me duele todo........... que hacer con todo lo que me pasa?


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