Saludos a todos. Primero que nada deseándoles un feliz 2012, que se la pasen de lo mejor y que sus propósitos se cumplan.
Antes que nada, presentarme. Soy un chico de 16 años, estudio segundo semestre de preparatoria. He llevado siempre una vida tranquila, sin excesos, no fumo ni tomo. De padres divorciados, he aprendido todo lo que NO se debe hacer a la hora de formar una familia, pero sobre todo, he aprendido que la Comunicación es lo más importante en toda relación humana.
En mi físico siempre he sido muy… especial. Aparento una edad menor, tengo la apariencia de un chico de 13 o 14 años y no sé por qué, mido 1.52 y soy de complexión delgada. La verdad es que yo no me considero “feo” de ninguna manera, estoy a gusto con mi apariencia.
Me gustan mucho las artes gráficas y la tecnología. Soy amante de la computación. (Ojo que dije amante, no adicto, obsesivo ni nada por el estilo…)
Pero bueno, para no aburrirlos por tanto rollo iré al punto principal de este hilo. (Como verán, se me facilita también la escritura jajaja)
En marzo, yo estaba en tercero de secundaria pensando en donde podría irme a la prepa. De pronto, en una ocasión nos llamaron a nuestro grupo para hacerles una breve charla a los chicos de 6° año de primaria para que les digamos nuestra experiencia en la secundaria, sobre cómo es y lo que hay que hacer.
En fin, yo al estar hablando, me empecé a fijar en una niña que me estaba sonriendo… pero con esas sonrisitas tímidas donde simplemente se levantan los labios. Me fijé en sus ojos… eran preciosos.
“¿Qué te pasa? ¡Reacciona, está en sexto, no seas menso…!” Me decía a mi mismo en ese momento.
En fin, terminó la plática y me retiré de ahí. Terminó el día y yo me asomé a mi Facebook, cuando me di cuenta de que ella me quería agregar como amigo. ¡Vaya, qué mejor! La acepté inmediatamente.
Recuerdo que nuestra primera conversación era acerca de la “plática” de horas antes… Ella me decía que yo era quien había hablado mejor y no recuerdo que más. Yo estaba asombrado en la forma en la que escribía ya que lo hacía muy bien, usaba acentos y signos de puntuación… Vamos, me dio una “primera impresión” muy buena.
Pasaron los días, cuando de pronto ella me vuelve a saludar por Face, pero esta vez estaba muy triste… me decía que su “novio” la acababa de terminar porque prefirió irse con otra. Yo traté de tranquilizarla, decirle palabras bonitas y decirle que todo iba a estar bien. Al parecer lo logré, porque inmediatamente noté en sus palabras que estaba más tranquila. Las conversaciones siguieron, teníamos muchos puntos en común a la hora de platicar y de reflexionar, como si fuera el “destino”.
Nos gustaban las mismas cosas, la misma música, veíamos la vida con gran optimismo.
¡SÍ! Yo me estaba enamorando de ella. Esa forma de ser, ese carisma… ¡Esos ojos, Por Dios!
Pero… ¿Cómo era posible si yo tenía 15 (en ese entonces) y ella 12? ¿Estaré bien acaso?
Como en horarios no coincidíamos, ella ideó un plan (que en realidad, duró muy poco) en el que hacíamos un “escondite” para guardar un papelito y escribirnos a lo largo de la mañana. A mí me pareció hasta tierno aquello, ya que nunca había pasado por algo así. Un simple papelito donde nos escribíamos me causaba mucha felicidad y era como mi “amuleto” para las clases.
Avanzaron los meses a pasos agigantados. Abril, mayo… ¡Junio! ¡No podía ser!
Tenía que graduarme de tercero para irme a la preparatoria. Era un adiós a esa escuela donde estuve desde los seis años. Meses atrás hubiera dicho: ¡Sí! Ya me voy a la prepa. Qué felicidad.
¿Pero qué iba a suceder con ELLA? Me gustaba mucho… Un paso a la preparatoria significa que ya no la voy a ver en la escuela, y lo peor es que no me “alcanzará” pronto, yo ya voy a terminar la secundaria y ella apenas la va a empezar. ¿Por qué eres tan pequeña? –Pensaba yo en aquellos días. –
Ella me decía: Ojalá estuvieras en segundo para poder estar contigo el año que viene…
Eso me daba mucho sentimiento. No la quería perder. Yo creía que al irme a la preparatoria, ella se olvidaría de mí, se haría otros novios, cambiaría su forma de ser, ¡Qué se yo…!
Un buen día, se lo dije. “Tú me gustas, en realidad. No es broma, yo me he dado cuenta de que eres una chica hermosa y que nos identificamos en muchas cosas. Me la he pasado de maravilla todo este tiempo. No sabes lo feliz que me has puesto en muchas ocasiones. No quiero perderte, de verdad… Te amo.”
Pude percibir que se sorprendió por lo que le dije. “Te amo” “Te amo” “Te amo” “Te amo”.
Desgraciadamente, no tuve la oportunidad de decirle éstas cosas en persona. (Ya ven, no pudimos coincidir jamás en horarios, entrábamos y salíamos a horas diferentes.)
Al parecer y según recuerdo, ella estaba muy confundida también. No sabía que pensar.
Aquí fue donde yo cometí un error, según mi punto de vista presioné las cosas.
Tantas ganas tenía de verla, que le dije que me diera el teléfono de su casa. Me lo dio, y yo le hablé a su MAMÁ.
“-Buenas noches señora, mi nombre es Carlos, estudio en la misma escuela que su hija, estoy en tercero de secundaria, ya voy a salir… bla, bla bla. Desearía invitar a Valeria a alguna parte, ya que me ha parecido bastante agradable. Yo ya me voy a graduar, y sí quisiera poder compartir algún momento con ella antes de que me vaya.”
Desconozco yo en qué sentido lo haya tomado su mamá, si me daba el “avión” o si de verdad estaba de acuerdo, pero me dijo algo así como “Sería buena idea de que convivieran”.
Sin embargo, esto jamás funcionó. Valeria me dijo que por favor ya no llamara, que ella no estaba segura de poder vernos en alguna parte, ya que no sabía cómo le íbamos a hacer. La verdad, yo tampoco. La diferencia de edades era lo que impedía una “cita para los dos solos”, y nuestras amistades no coincidían como para hacer una salida grupal.
En fin, me disculpé con ella por las molestias ocasionadas por mi llamada. (Nunca supe que pasó luego de que yo colgara…)
En mi último día de clases, el grupo de inglés donde yo estaba (y donde ella estaba también pero en su grado) organizó una salida a un parque de diversiones.
Para mí era muy buena idea pero a la vez muy melancólico saber que iba a ser la última vez que iba a ver a Valeria… a mi niña hermosa… pero decidí que iba a ser un día genial y que la íbamos a pasar muy bien.
Estuvimos en la tirolesa, los Go-karts, el muro de escalada… qué divertido fue ese día.
Un momento me senté con ella a platicar. Pude notar que estaba un poco nerviosa, pero feliz. No me lo tomé a mal.
Eso sí, hubiera querido despedirme bien de ella, darle un abrazo, tomarnos una foto… algo. Pero pues… su grupo se fue primero que nosotros, y ya no la alcancé en la escuela una vez que llegamos.
Llegó el verano. Para mi mala suerte, mi computadora dejó de funcionar y yo decidí meterme a trabajar. Fueron 2 largos meses donde yo casi no supe nada de ella, si acaso nos saludábamos un momento cuando yo me conectaba al Facebook a través de mi celular.
Para cuando entré a la preparatoria, me regalaron una computadora nueva. Ya podía estar en contacto con ella otra vez. Sin embargo, pensaba yo que no era buena idea seguir “aferrándome” a ella, que ya la superara.
Los meses pasaron, yo me hice mi vida nueva y cada vez pensaba con menos frecuencia en Valeria, además de que por alguna razón ya casi no la veía conectada. Pensé también que ella ya me había olvidado.
Traté de buscar otras chicas, esta vez de mi edad obviamente. Pero nada era lo mismo. No obtuve éxito alguno.
El tiempo volvió a transcurrir rápido. Ahora era finales de noviembre. Me acordé de ella y “por no dejar” le mandé un mensaje a su celular. “¡Hola, desaparecida! ¿Qué ha sido de ti? n_n”
Curiosamente, me respondió rápido. Como si nos acabáramos de conocer, con ese mismo buen humor que le caracterizaba, me empezó a seguir la conversación otra vez. Que le estaba yendo bien, un poco aburrida, etcétera.
Como yo no tenía muy buena señal ni tampoco mucho crédito, le dije que instalara “WhatsApp” en su celular para poder hablar cómodamente por horas. Pensé que me iba a ignorar y no lo iba a hacer.
Pero sucede que a los dos días, estando yo haciendo otras cosas, me llega un mensaje de WhatsApp, y era… ELLA, ¡Valeria!
“Hola
”
Desde entonces… ¡Huy! Hemos estado escribiéndonos todo el mes de diciembre. Varias veces estuvimos hasta 4 horas enviándonos mensajes y más mensajes.
Inclusive, ya de vacaciones de invierno, hicimos un juego que yo le llamé “Insomnia”, donde ganaba quien pudiera permanecer despierto la mayor cantidad de tiempo teniendo una conversación. Llegaron a ser las 4 a.m. y nosotros seguíamos platicando de cualquier cosa. Cualquier tema que se nos cruzara por la mente es bueno.
La Navidad llegó, y por ende los mejores deseos, las muestras de cariño. Me dio mucho gusto poder haberle deseado las mejores fiestas a Valeria, y sobre todo, saber que se la pasó muy bien.
Como podrán ver, con sus naturales altibajos, ha sido una relación muy sana la que he tenido con ella. Para qué les miento, todavía me gusta un poquito. Y lo sé porque todo es leer algún mensaje de ella porque se me queda en la mente todo el día y me hace que esté más feliz.
Prácticamente todo este año que finaliza lo he vivido con su presencia, y la verdad es que la he pasado de maravilla. Ha sido el mejor de toda mi vida.
¿Qué opinan ustedes?
Quisiera saber sus opiniones y también sus consejos, porque la verdad es que sí quisiera volverla a ver en persona, ya que su cumpleaños No. 13 es en un mes y quiero regalarle algo, además de que sería un verdadero gusto poder acompañarla en su fiesta de XV años.
Muchas Gracias a todos por haber leído mi historia tan larga. También por su paciencia.
¡Feliz Año Nuevo!
Carlos.
P.D.: Valeria, Te amo todavía.
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