La verdad siempre por delante.
Si le mientes y le dices que no estás casado, sólo para acostarte con ella, demostrarás ser un ser despreciable y vil.
En cambio, si le dices la verdad, las cartas estarán sobre la mesa y ella sabrá al menos a qué atenerse, decidiendo en libertad si acepta la situación o no.
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