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Tal vez sea bueno para mí contar lo que sucedió con David, mi ex. Cuando nuestra relación comenzó tanto mis amigos como yo habíamos notado que había algo extraño en él, pero decidí ignorarlo porque nunca antes había conocido a alguien con problemas emocionales ni me imaginaba que podría estar cerca de alguien así. El caso es que David empezó a mostrar cambios de humor muy bruscos que pasaban de la eufuria y el entusiasmo a la depresión (momento en que casi no comía, tenía insomnio, no hablaba con nadie, incluyéndome, y demostraba desinterés por todo). A esto se sumaban una serie de ideas de las que hablaba a todos: que la humanidad debía desaparecer, que las mujeres eran prostitutas que robaban la energía a los hombres y que se podia lograr que la gente se deprimiera y suicidara hablándole y leyéndole ciertas cosas (de hecho se jactaba de haber logrado que una amiga suya se matara). Había otras ideas extrañas y muy negativas, pero según recuerdo esas eran las más relevantes. De alguna manera muchos creímos que esos pensamientos se los inculcaba una persona, un tipo unos años mayor que nosotros, del que David siempre nos hablaba como si fuera una especie de mentor y llegamos a pensar que este señor le habia lavado el cerebro. Con el tiempo todo empeoró, las ideas negativas dominaban a David al punto que un psicólogo le diagnosticó neurosis y complejo de Edipo (su relación con su madre era a la vez estrecha y violenta), pero él decidió no hacer nada al respecto y convivir con este problema. Llegó al extremo de irse solo a una montaña en las afueras de la ciudad cuando tenía sus lapsus depresivos, hasta que un día se cayó y por poco se mata. Según él, sus sueños fueron los culpables de este accidente y su condición sólo empeoró en las semanas siguientes. Yo no sabía cómo ayudarlo y me dolía mucho lo que sucedía porque lo amaba, pero era cada vez más difícil comprender por qué un día parecía estar bien y al otro no, y su comportamiento estaba empezando a afectarme, tanto más porque me decía cosas hirientes y humillantes respecto al hecho de ser mujer, lo que complementaba con sus malos tratos. Así seguimos hasta que David y yo terminamos trabajando con su supuesto mentor. Resultó que esta persona era totalmente normal y se horrorizó al ver el verdadero comportamiento de David, que nunca antes había presenciado. Al conocerlo supe que muchas de las cosas de las que David me había hablado (excepto las ideas negativas) eran de esta otra persona. Sé que resulta inverosímil, pero así fue, ideas sobre arqueología (que es lo que estábamos estudiando), opiniones sobre literatura, filosofía y no sé cuántas otras
cosas más provenían de este señor, ¡David incluso le había plagiado sus recuerdos de infancia y muchos gustos personales! Ahora comprendía porque sus aficiones e intereses cambiaban inexplicablemente de un día a otro. Lo peor es que también me había plagiado ciertas cosas a mí y a otras personas, ideas y conocimientos que había utilizado para parecer más inteligente o preparado frente a otros. Al saberse la magnitud de sus problemas, David lo reconoció y le pidió disculpas a su amigo de rodillas y llorando, pero como es natural esta persona no quizo saber nada de él, ignorándolo incluso cuando trató de suicidarse en su presencia. Por suerte David no llegó a hacerse un daño grave, aunque se escribió la palabra animal en su brazo con su navaja. Luego de eso no volvimos a hablarnos, él nunca me dio una explicación o algo parecido y prefirió hacer como si nunca nos hubiéramos conocido; de alguna manera me culpó por su ruptura con su amigo, pero dando a entender que yo se lo quería robar a él (como si estuviéramos en un grotesco triángulo amoroso con su supuesto mentor en medio). En los años siguientes, como estudíabamos lo mismo, seguímos viéndonos aunque no quisiéramos, y sus problemas, hasta donde supe, continuaban. Así, una relación que al principio parecía un sueño se convirtío literalmente en una pesadilla.
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