Igual que a la pareja y a los amigos se les elige, la familia nos viene dada, es nuestra sangre y, nos guste o no, formamos parte de ella. Yo por eso siempre aconsejo tratar de no chocar y evitar en la medida de lo posible cualquier roce con la familia política, aunque a veces haya que callarse y hacer de tripas corazón, pues sé que en el dilema familia-pareja, casi siempre prevalecerá a la larga la primera, por lo dicho, porque va en la sangre, en los propios genes.
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