No creas que tu reflexión sea descabellada, de hecho este tipo de asociación entre dos adultos una vez alcanzada ya cierta experiencia y madurez no resulta infrecuente en la actualidad.
Yo conozco varios casos que están conviviendo más o menos en estos términos y si bien es cierto que no van dando publicidad al tema, tampoco lo esconden demasiado. El peligro está en comprar afecto, ese sentimiento además de ser carísimo, no puede ser embotellado.
Luego, cada cual le da el nombre que más le gusta o a veces el que mejor despista la verdadera naturaleza de esa... ¿hermandad de intereses comunes?....
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Lo importante para avanzar en este camino es acertar con el/la compañero/ra de viaje.