Contra el vicio de pedir hay la virtud de no dar.
Y como vivimos con los pies en la tierra y las personas
todas tenemos más defectos que un auto fabricado en viernes, no pido nada más que me ame, que sea de las que están plénamente, nada de medias tintas, cosa que ya encontré. A partir de ahí...¡sorpréndeme nena! (ya lo sabés
)