Cita:
Iniciado por Noviadelviento
Que no te castigue el karma y tengas un hijo o un sobrino gay y vaya con su pareja a tu casa a verte .
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En muchos sitios se sigue viendo la homosexualidad como "asquerosa". Creo que falta muchísimo camino para que se tenga la debida tolerancia, puesto que es habitual toparse -incluso en países tolerantes con la homosexualidad- con argumentos propios del supremacismo hetero, como que las parejas de homosexuales son "degeneradas", o que sus gustos sexuales son "desviaciones" que pueden llegar a ser un "peligro" para la sociedad (interprétese los entrecomillados como citas textuales de lo que leo y oigo por ahí).
La sexualidad es algo íntimo. Cosa de dos, de tres, de cinco, y las combinaciones pertinentes, según identidades sexuales y un largo etcétera. Es placer compartido y complicidad, por lo que las reglas son libres, acordadas, y sin límites posteriores definidos; de tal forma que la cultura ha ido normalizándolo, como parte del sustrato liberal de las sociedades modernas, respetando estos rasgos privados, puesto que sirven a un buen propósito entre los individuos que para nada hace peligrar, ni crea malas derivas. Por supuesto, los demás podemos seguir siendo heteros, como siempre. No interfiere. En la diversidad está la clave de la evolución social, en los tiempos que corren; y más vale que se conserve esta dinámica.
De forma similar también está el hecho de besarse en la calle, que algunos ven con extrañeza. Es otro 'acuerdo' mutuo, si lo queremos desproveer de significado "peligroso". Las reacciones de asco suelen ser reactivas porque en realidad manifiestan temor, peligro; como si lo que conociéramos fuera a estallar en mil pedazos por culpa de esos pequeños detalles. Como si fuese algo feo, cuando significa todo lo contrario (complicidad). Es intolerancia soterrada. Nada que ver con gustos. Sin embargo, en el amor y en el placer, cada cual manda y se rodea de las compañías que les apetezca, porque difícilmente molestarán a los demás. Es hora de dar el siguiente paso. En los países latinoamericanos ya se está dando, pero aún falta lo más duro, que es la aceptación en regímenes teocráticos, propios de ciertas religiones, cuyo yugo desgraciadamente ya conocemos, pues la homosexualidad se castiga con ejecución en las plazas.