La primera vez que vi una peli porno gay, me entró risa porque no entendía por qué el guaperas de la melena rubia se tiraba en la cama desnudo y la cámara no paraba de dar vueltas alrededor suyo. Me parecía ridículo.
Pero más allá de los treinta he ido desarrollando cierta curiosidad haciendo el mundo del porno gay, pero por una cuestión de puro morbo.
¿Me excito? Pues depende de mi nivel de morbo. También es cierto que de todas las cosas que significan el mundo del porno gay, tengo mis limites: no soporto el beso negro, que parece que se usa tanto como la felación en el porno hetero.
Y ya digo, dependiendo de mi nivel de morbosidad, puedo pasar de excitarme a desagradarme e incluso aburrirme.
En todo caso lo veo como si mirara por una mirilla en plan voyeur ese mundo que considero ajeno.
¿Dudo de mi sexualidad?. Pues al principio me sentía incómodo, como pensando que esas cosas no se hacen. Pero luego he sido plenamente consciente de que separo las dos cosas completamente: ese morbo y mi sexualidad.
De hecho me he preguntado en la vida real si me gustaría estar con cierto hombre que he tenido delante, y me he dicho... ¡ni de coña! Ahí ya sí me da repelús. ¿Lo haría en la vida real por morbo?, pues es una respuesta parecida a si me haría un tatuaje o me pondría un piercing: ¿qué necesidad hay? ¿es por ganar una apuesta o algo?
Tener verdaderas relaciones gays por morbo ya me parece desfasar mucho. Y soy consciente de que hay hombres que lo hacen. Pero por eso, por morbo. Y por lo que he llegado a saber, el limite lo ponen en la penetración. Se supone que es hasta ahí no se debe llegar.
Bueno, espero que haya sido de ayuda. Y también espero abrir los ojos a unos cuantos que son muy liberales y tolerantes para unas cosas y para otras se escandalizan tanto como si estuvieran en la Edad Media
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