Dice el dicho: "tiene cara de que no rompe ni un plato, sino toda la vajilla".
En la palabra viene la explicación. Volvamos a la doble moral cristiana, apostólica y romana. De amante el hombre quiere a la que haga de todo, de madre de sus hijos a la que sea casta y pura.... lo mismo, eso de la castidad y la pureza se relaciona con la lindura y el aire tierno y de juventud que trae consigo una cara "inocente". Psicológicamente hablando es recordar el momento en que las mujeres no sibolizaban rechazo (de ahí también nace el fetiche por las chicas en uniformes escolares), ya que pasada cierta edad la mujer se le ve como una fuente de rechazo y eso a nadie le gusta (aunque no nos quede de otra y hay que sobrellevar ese potencial rechazo).
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