Ya sé. El amado lo invade todo: hasta la pasta de dientes te recuerda tres veces al día el blanco inimitable de sus ojos. Todo queda impregnado por el recuerdo y la presencia del otro. El mundo que te rodea y tú estáis obnubilados. Te miras en el espejo y tan sólo ves al amado. Ya no existes: te has convertido en la sombra de un desamor vagabundo. No sigues ya tu propio camino, te dejas arrastrar por las aceras donde te pisan desconocidos, por las calles donde te atropellan coches, por los parques donde ni los perros ni las palomas se molestan en buscar alguna otra sombra en la que defecar.
Este estado por el que hemos tenido que pasar tantos no es una fatalidad. Las nimiedades de la vida resquebrajan poco a poco el desamor hasta derrumbarlo, y un día sin saber ni cómo quedas liberado.
A mí me pasó que iba cabizbajo y obnubilado por algún túnel del metro madrileño cuando resonó en mí la voz de una sirena que me recordaba que en algún tiempo atrás había sido feliz. Sonreí al oír el estribillo de una canción: "Si esto es lo que hay / no me parece g(u)ay".
Sigo soltero, pero paso de más desamores. Confío en que se puede amar a otro hombre y resultarle amable. Espero que este mensaje le sea útil a alguien. Os dejo el enlace de lo que se ha convertido en uno de mis himnos...