Antes los hombres seducían a las mujeres para tener sexo. Si no las podían convencer, recurrían a prostitutas.
Las mujeres se negaban a tener sexo, por varias razones: se les enseñaba que su cuerpo era valioso, que no cualquiera podía acceder sexualmente a él, es decir, se daba un gran valor a la virginidad. Otra razón es la fe, ya que el cristianismo enseña que llegar virgen al matrimonio es bien visto a ojos de Dios, por el contrario la fornicación (sexo prelatrimonial, es un pecado). También, mujeres ateas o que les importaba un comino las convenciones sociales, no tenían sexo prematrimonial, porque podían quedar embarazadas, no había anticonceptivos.
Sin embargo, había mujeres que de todas maneras tenían sexo con sus novios, las que fueron seducidas con falsas propuestas de matrimonio, y las que sólo por enamoramiento caían rendidas a los deseos del hombre.
Claro que también habría muchas mujeres que tenían sexo por deseo y voluntad propia, sin esperar un compromiso.
El punto de esto, es que si había mujeres, que a pesar de todos los inconvenientes señalados, tenían sexo prematrimonial, significa que su deseo sexual es tan poderoso como el de un hombre, más allá de la testosterona. Otra cosa es la frecuencia en que ese deseo se manifiesta, que según yo, es menor al de un hombre.
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