Podemos no es un partido comunista, cualquier politólogo os diría que es un partido socialdemócrata, sólo que su mensaje ha aparecido en una época de empobrecimiento intelectual y moral, que impide al votante, embotado en un yermo intelectual alimentado por los grandes medios de comunicación al servicio de las élites tradicionales y que son el altavoz del mensaje según el cual cualquier cambio siempre será a peor, cuando la realidad es que vamos camino de convertirnos en algo parecido al más atroz de los Estados tercermundistas, pues lo que caracteriza al Tercer Mundo es la dependencia del exterior, alimentada por una insoportable deuda externa, España debe el 100% de su PIB, la enorme desigualdad dentro de esas sociedades, el reducido número y poder decisorio de las clases medias, el escaso acceso a una educación de calidad y la diminutez del Estado del Bienestar, entre otras características y estaríamos sordos y ciegos para no darnos cuenta que cada día España se parece más a esos países, que el que tiene un trabajo decente y bien remunerado puede perderlo con facilidad, que si continúa el endeudamiento y la merma de ingresos del Estado as cuestión de tiempo que nuestros médicos, maestros, profesores, funcionarios en general trabajen gratis porque no habrá con qué pagarles sus salarios... ¿Sigo?
La democracia cuando es un sistema que de verdad represente a sus ciudadanos, en el que los representantes políticos sean responsables de su gestión y deban responder incluso con su patrimonio de las decisiones que lesionen los derechos de los gobernados y cuando el ciudadano es árbitro de la acción de los gobernantes, es el mejor sistema posible, pero el problema viene cuando una mala gestión de la cosa pública está exenta de responsabilidad para quien la ejerce y se recurre a la financiación externa del Estado, el gobernante se convierte en cliente del banquero y el ciudadano en avalista
En fin, que hay mucho dónde rascar y al final todo se vuelve una maraña imposible de desentrañar.
El PSOE traicionó a la izquierda y la desederecha o no sabe o no tiene interés en gestionar lo público con decencia y en bien del común. Algo habrá que hacer, digo yo o iremos al abismo.
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