Pensar demasiado en alguien que no está presente (y no lo estará, seguramente) es parte del proceso de desintoxicación, contramedidas, duelo y sanación que toda persona lleva a cabo tras la ruptura.
Los pensamientos recurrentes, en mi opinión, son debidos a que no se acepta una vida más allá de las personas que se marcharon y es propio del proceso de ruptura. Si eso te ocurre es que aún no lo has superado. Alguien lo supera cuando vuelve a la 'casilla de salida' y se queda con ganas de más. "Esto acabó. Pues bien, quiero más". Es exactamente el punto inicial, además con la enorme ventaja de no tropezar con muchas piedras molestas. Propósito de perfeccionamiento.
Podemos quedarnos pensando en los ex algunos momentos, tras años y años, sea por escuchar una canción, por estar en un sitio, o encontrarnos con alguna carta, recuerdo, olor... Se podría llegar a pasar algunos días con cierta extrañeza, inquietud, pensando por qué ocurre esto, pero son momentos normales, de reflexión y retrospectiva, en los que la mente cede a la nostalgia y a la viveza de esos recuerdos tan intensos, intentando saborearlos una vez más. Tenemos ese bonito lirismo, ese apego, que tanto aprecio a veces y que necesariamente no me convierte en esclavo del pasado.
El pensamiento emocional no se controla exactamente. Se canaliza. Es fuerza viva, incontrolable, y nuestra cabeza, un circuito en el que abrimos y cerramos válvulas, para que las emociones entren y salgan por donde tienen que entrar y salir. Por donde nosotros queremos. Aceptando que estamos a merced del sistema límbico y que la carne es débil.
Muchas penurias ocurren con base en creencias y actitudes que no son del todo sanas. Puede ser derrotismo, sensación de haber hecho el canelo, creencias equivocadas sobre el amor (creemos que estamos en una 'competición' de ganadores y perdedores) y demás aberraciones que encadenan al ser humano. Es una forma de cerrar el futuro a cal y canto, y negar que ocurran más cosas. Aceptamos algo más amplio, bastante más amplio que dar vueltas en un pasado que no volverá. Y lo aceptamos no por gimnasia, ni por preparación mental, sino porque nos procuramos un entorno en el que poder germinar y volver a empezar, ya sea en lo personal, en la propia soledad; o con otras personas, en otras situaciones, en un mundo que es demasiado grande para un solo ex. Creo que podrían caber otros tantos más si se tercia. Esto no trata de jugadas ganadoras sino de partidas amistosas. Hemos de aceptar que pasarán algunas personas por nuestras vidas.
|