Puedo entender un cierto tono de desdén o de sorpresa insultante, puesto que le explicaste una circunstancia y te ha contestado clasificándote y diciendo que eres tal.
"Me ha pasado esto, me han ocurrido estas cosas, mi familia es así". Contestación: "pensaba que eras como nosotras". Si pensase mal -y que conste que tengo que conceder un margen de duda- diría incluso que suena clasista.
La verdad, y en el sentido general; cuanto menos sepa la gente de ti, mejor. Y no por ti, sino porque la gente hace valoraciones que pueden llegar a herir, sin maldad, pero inconscientemente. Por otra parte, influye ser susceptible, o sentirse herido, que suele ocurrir cuando se ha sido juzgado frecuentemente.
No estamos obligados a contar cosas que no queramos o que no debamos. Soy profundamente individualista en este sentido. Me debo a lo que soy, y no a mis circunstancias. Tengo una familia prácticamente deshecha, partida por dos; he conocido a personas con familias totalmente disfuncionales, incluso con apetencia por la delincuencia; y no les he pedido cosas que no podrían lograr, como haber nacido en una dimensión paralela, donde su familia sería tope feliz, casi de anuncio de televisión, el golden retriever meneando la colita en el césped de su chalet de 2000 metros cuadrados. Y, que pereza, que toca planificar las vacas en Bora-Bora para dos semanas. En fin, familias ideales que solo existen en la cartelería. Son los actos, lo que emana del ser, lo que realmente ha de marcar la diferencia. No las circunstancias. Meritocracia. Siempre.
|