Quienes tengan la paciencia de leerme tal vez recuerden que llevo como dos años enamorada de mi profesor, un hombre casado que me ha rechazado dos veces. Sin habérmelo ni de lejos quitado de la cabeza, el otro día me fijé en un individuo que era el encargado de un restaurante en el que alguna vez voy a comer. Me pareció un individuo normal e incluso algo pesado, porque no hacía más que explicarme de qué iban los platos y yo lo que quería era comer y largarme. Pero a la hora de pagar, le oí hablar en ruso con otro cliente, y como yo estudio ese idioma, me llamó la atención y hablé un poco con él, en ruso y en español, hasta que tuvo que dejarme porque tenía que atender a otros clientes. Me dijo que llevaba muchos años en España (de hecho habla un español casi perfecto).
No sé nada de él, aparenta unos cuarenta, ni si está casado (había otra mujer en el restaurante atendiendo a la gente, pero no sé qué relación tienen). Me da la sensación de que voy a estrellarme otra vez, y aún pienso en el otro. ¿Me tomo la molestia de volver por ahí a ver qué pasa, si realmente me atrae o es mi cabeza que imagina cosas? ¿Necesito algo que me emocione de nuevo ahora que lo del profesor ya empieza a perder gas? Me da muuuucha pereza pasar por otro fracaso, sería raro que un hombre de esa edad no estuviera comprometido (bueno, yo casi la tengo y no lo estoy, pero lo mío es un caso perdido creo ya). ¿Qué hago? ¿Voy a una hora en que haya pocos clientes a ver si podemos charlar un poco? ¿Por qué siempre nos atrae lo que es difícil que funcione?
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