Antes “no sé” era mi frase favorita, sentía que identificarme con ésta, era como estar en un lugar en donde no se me juzgaba.
Conocí el verdadero significado de la frase cuando ella me dijo que no sabía si quería estar conmigo, ahí, en ese momento, cambió mi perspectiva sobre la frase.
Era la primera vez que me hería escucharla, bueno, tal vez porque en esa ocasión no salía de mi boca. Desde entonces no he querido escuchar esa frase de nuevo, pronunciarla, tararearla o pensarla; la saque de mi vocabulario. Desde entonces no he querido nada intermedio; supe que era una forma mediocre de expresarse, una forma de expresarse llena de inseguridad; supe que era una frase tan cruel, que sabía que yo estando en el lugar de ella, siendo ella la que estuviera recibiendo mi respuesta, se hubiera sentido tan miserable y no correspondida como nunca. Desde entonces sé lo que vale una persona, sé lo sensible y débil que puede llegar a ser cuando está ilusionada; y aunque a veces se muestre insensible y fuerte como la muerte, sé el daño que se le puede hacer, sólo con una frase.
Desde entonces dejo que mi instinto le diga SI a la persona que merezca estar a mi lado, a la persona que pueda beneficiarse de mi estándolo; y la obligo a que le diga que NO a la persona que dude de mi o a quien dude de lo que sienta cuando lo esté.
Desde entonces… He estado sólo, no he conocido a nadie como ella, nadie como ella.
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