La mujer que yo quiero, no necesita
deshojar cada noche una margarita.
La mujer que yo quiero, es fruta jugosa
prendida en mi alma como una enredadera
Con ella quieren dármela mis amigos,
y se amargan la vida mis enemigos...
porque sin quererlo tú, te envuelve su arrullo
y contra su calor, se pierde el orgullo
y la vergüenza...
Así la describe el maestro Serrat y yo estoy muy de acuerdo con él.