Cita:
Iniciado por Rebeca
Tomatelo como quieras...
Ella puede hacer lo que le apetezca.
Acaso te ha firmado un contrato diciendo que va a salir contigo?
Ella tiene sus amistades y va con ellos.
Cuando se acuerde de ti y le apetezca salir contigo, ya te lo dirá.
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No había leído tu comentario.... a ver a ver a ver.. partamos por orden en ningún momento dije que la estaba casi obligando a salir conmigo, ni que la quería amarrar para que no hiciera nada, te lo explico más simple "Ella me dijo q no tenía tiempo para hacer otras cosas, pero a pesar de ello las hace por lo que pienso que simplemente no quería salir conmigo"
- Mi pregunta es que según los antecedentes que di, ella me había dicho que no y se había descartado amablemente o en realidad no podía.
- Obvio que puede hacer lo que se le apetezca, nadie te lo discute , al igual que yo, tú cualquiera puede hacer lo que le apetezca, no me des respuestas obvias.
- No me gusto para nada tu frase cuando ella se le de la gana, me cargan algunas mujeres que viven en el pasado y se creen princesas y pueden tener un hombre a su antojo, creo que esa es tu mentalidad.... has visto cinema paradiso alguna vez?? ... te lo cito:
Cita:
Una vez, un rey celebró una fiesta. A ella fueron las princesas más bellas del reino. Un soldado que hacía la guardia vio pasar a la hija del rey. Era la más bella de todas, y se enamoró enseguida, pero... ¿qué podía hacer un pobre soldado en comparación con la hija del rey? En fin, un buen día consiguió hablar con ella y le dijo que no podía vivir sin estar a su lado. La princesa quedó tan impresionada por su fuerte sentimiento que le dijo al soldado: si consigues esperar cien días y cien noches bajo mi balcón... al final seré tuya. Y a partir de ese instante, el soldado se fue allí y la esperó un día... y dos días... y diez... y luego veinte... y cada noche la princesa lo observaba desde la ventana pero él no se movía nunca. Con la lluvia... con el viento... con la nieve... siempre estaba allí. Los pájaros se le cagaban encima y las abejas se lo comían vivo, pero él no se movía. Después de noventa días estaba tremendamente delgado... pálido. Al pobre le resbalaban las lágrimas de los ojos y no podía contenerlas, ya no le quedaban ni fuerzas para dormir. Mientras, la princesa seguía observándole y al llegar la noche noventa y nueve el soldado se incorporó... cogió la silla... y se largó de allí.
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