Las disco son lo que son, un lugar donde la comunicación humana queda reducida a ji-ji ja-ja, o si nos ponemos un pelín más profundos, en el mejor de los casos, sólo se producirán todo tipo de malentendidos.
Cuando conocemos poco o nada de la inmensidad del mundo, y queremos creer que el ombligo del mundo es éste o aquél lugar, o que todo lo importante se cocina aquí o allá, incluyendo a una disco. Es que estamos buscando, más que un rollo o una pareja, un lugar de pertenencia.
Cuando tu lugar de pertenencia (el lugar al que apuestas tus anhelos y búsquedas) es un lugar donde nadie se entiende porque es imposible, es hora de echar a andar, es hora de renovarse.
Yo también alguna vez voy a una disco, porque a veces no me queda más remedio, pero sé que voy a emborracharme aunque sólo tome agua mineral. No busco nada, trato de pasarlo lo mejor posible, y de que quien o quienes me han acompañado se sientan cómodos.
Si busco a una chica, prefiero escuchar y ser escuchado, prefiero que nada interfiera en eso que está comenzando, prefiero además, no equivocarme pensando que es una chica superficial, cuando a lo mejor no lo es, y sólo está siendo influenciada por una ambiente donde la regla es serlo. Prefiero buscarla en cualquier lugar menos en una disco.
Creo que nadie de más de dieciocho o veinte años tiene derecho a quejarse de lo que le ocurrió con una persona que conoció en una disco, a menos que todos sus amigos vayan con frecuencia a ellas y entonces no tenga otras referencias (debería además buscar nuevas amistades).
Si alguien pretende otra cosa de una disco, corre bajo su exclusiva responsabilidad. Es igual que un casino, un lugar dónde hoy algunos se sentirán muy afortunados, la mayoría no, pero al final, si no saben retirarse a tiempo, aunque se escuchen más risas que llantos (todos tienen puesta una máscara aunque no lo sepan), cuando han hecho el balance final... todos pierden.
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