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Pero que obsesión de convertir algo natural en algo enfermizo.
La timidez en términos biológicos es una estrategia más dentro de la selección sexual.
El problema se encuentra en que los seres humanos somos seres altamente sociables, eso es bueno, pero tiene sus problemas, ya que tendemos a etiquetar aquello que no entra dentro de los patrones “normales” y por ello lo enviamos a la etiqueta de patológico, feo, desagradable o algo anormal.
La timidez, si no se encuentra unida a un desequilibrio psicológico, es algo completamente normal, y para aprender a controlarla solo requiere enfrentar y exponerse a situación, intentar y aprender a soportar los fracasos (es decir, exactamente lo mismo que para una persona “normal”). Pero además implica aprender a abrazar esa forma de ser y sacar ventaja, la más importante es que una persona tímida es siempre una persona muy observadora, más sensible y con más empatía.
También la timidez ocurre en otros organismos sociables.
Un ejemplo muy interesante se da en las sepias, en las cuales los machos suelen ser muy agresivos al defender a una hembra receptiva, se llena de colores al detectar otros machos, son muy dominante y agresivos; sin embargo, dentro de las sepias existen otros machos en la misma proporción que son pequeños, huidizos, tímidos. Dentro de las etiquetas humana se podría esperar que la selección natural eliminara a estos machos insignificantes y dar mayor venta para la reproducción de los machos dominantes, grandes y fuertes; pero resulta que la selección sexual hace lo contrario, mientras un macho dominante se la pasa peleando para que nadie se acerque a la hembra, un macho pequeño puede ser ignorado y eso permite que se reproduzca con tantas hembras como el macho dominante. Y eso ocurre debido a que para las hembras ambas características son aceptables y necesarias.
Regresando a los humanos, y haciendo una extrapolación, si las mujeres solo prefirieran a machos extrovertidos, conquistadores, agresivos y aventados, nuestra sociedad no tendría la estabilidad actual, todos esos hombres hubieran muerto en las guerras que hemos tenido (y mucho lo han hecho), o nunca hubiera existido la estructura familiar humana; por ello al mismo tiempo muchas mujeres buscan a los introvertidos, sensibles, tímidos y hogareños. Es decir, ser un tímido no es algo insano, enfermo o desequilibrado, es una estrategia que bien usada puede dar ventajas.
Al final Apsara resume perfectamente el truco, que además es igual para todos los demás que no son tímidos:
“No tiene porque pasar por relaciones tóxicas nada más para estar con alguien que lo ame o por lo menos sepa que se siente tener pareja.
El amor comienza con uno mismo y de esa manera el amor no duele ni tampoco daña.”
El único truco que necesita un tímido, es el mismo que necesita un extrovertido, amor propio y respeto por su persona, y ya, nada realmente extraordinario.
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